Discurso del presidente Lula durante el debate sobre el término “multilateralismo” en la Academia Francesa
El sentido común dice que la necesidad de dar nombre a las cosas es lo que hace que surjan las palabras.
Pero las propias palabras tienen el poder de transformar la realidad.
Este es el caso del multilateralismo.
El término ya está presente en los diccionarios de Brasil, pero aún no figura en el diccionario de la Academia Francesa.
Originalmente, la palabra "multilateral" pertenecía al ámbito de la geometría y se utilizaba para designar figuras con más de tres lados.
Tras la Segunda Guerra Mundial, su uso se extendió al campo de las relaciones internacionales.
Las prácticas y formas de organización que hoy calificaríamos de "multilaterales" ya existían antes de 1945.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones se fundó en 1865; las Conferencias de La Haya tuvieron lugar en 1899 y 1907; la Organización Internacional del Trabajo y la Sociedad de Naciones se crearon ambas en 1919.
La gran innovación introducida después de 1945 se resume en el sufijo "-ismo", añadido a la palabra "multilateral".
Esta terminación no solo traduce la intención de describir una realidad, sino también de incidir en ella.
El término multilateral describe una negociación en la que participan varios países.
Por su parte, la palabra "multilateralismo" denota un conjunto de valores y objetivos.
Supone un tipo específico de interacción en el que los países se reúnen para encontrar soluciones colectivas a problemas comunes.
En este sistema, los países pasarían a actuar guiados por los principios de la igualdad soberana y la primacía de la cooperación sobre la competencia.
La aparición del término "multilateralismo" conlleva la aspiración a un orden internacional diferente al anterior.
La creación de las Naciones Unidas está íntimamente ligada a la determinación de evitar que se repitan las atrocidades cometidas en el pasado.
La acción colectiva nos ha salvado de caer en el abismo en repetidas ocasiones durante los ochenta años de existencia de la ONU.
El multilateralismo ha sido decisivo en el proceso de descolonización, en la prohibición de las armas químicas y biológicas, en la defensa de los derechos humanos, en la promoción del libre comercio, en la protección del medio ambiente y en la resolución de diversos conflictos en todo el mundo.
Lamentablemente, estamos olvidando estas lecciones.
Sufrimos por la inacción ante la guerra en Ucrania, el genocidio en Gaza, los conflictos olvidados en Sudán, Yemen y Libia, y la violencia en Haití.
Las tarifas arbitrarias desorganizan las cadenas de valor globales y corren el riesgo de sumir a la economía mundial en una espiral perniciosa de precios altos y estancamiento.
Los ataques contra las organizaciones internacionales, con el pretexto de defender a los países de una fantasiosa ideología "globalista", ignoran los beneficios concretos que el multilateralismo ha aportado a la vida de las personas.
Si hoy en día la viruela ha sido erradicada, la capa de ozono se ha preservado y los derechos básicos de los trabajadores siguen garantizados, es gracias al trabajo realizado en esos foros.
Si hemos logrado evitar el escenario más pesimista del calentamiento global, que preveía un aumento de la temperatura de cuatro grados hasta finales de siglo, ha sido gracias al Acuerdo de París.
Ningún desafío global se superará si prevalece la ilusión de que podemos hacerles frente solos.
En tiempos de creciente polarización, expresiones que aún no figuran en los diccionarios, como "desglobalización", se han convertido en habituales.
La interdependencia es una realidad. No es posible "desplanetizar" nuestra vida en común.
Es insostenible mantener islas de paz y prosperidad rodeadas de violencia y miseria.
Existe un paralelismo evidente entre los procesos que se están desplegando dentro de los países y entre ellos.
En el ámbito interno, la negación de la política alimenta el extremismo y amenaza el estado de derecho.
En el ámbito internacional, la negación de la diplomacia hace prevalecer el unilateralismo y pone en peligro la seguridad internacional.
La democracia y el multilateralismo son las dos caras de una misma visión del mundo basada en el diálogo y el respeto a la pluralidad.
Defender las instituciones multilaterales es, por lo tanto, defender las instituciones democráticas y viceversa.
La solución a las crisis que ambas atraviesan no es abandonarlas, sino perfeccionarlas.
Es necesario recuperar el poder de la palabra "multilateralismo", como forma de transformar, para mejor, la realidad que nos rodea.
Muchas gracias.