Discurso del presidente Lula en la apertura de la Cumbre de Líderes de la COP30, en Belém (Pará)
Más de 30 años después de la Cumbre de la Tierra, celebrada en Río de Janeiro, la Convención sobre el Clima regresa al país donde nació.
Hoy, los ojos del mundo se vuelven hacia Belém con grandes expectativas.
Por primera vez en la historia, una COP sobre el Clima tendrá lugar en el corazón de la Amazonia.
En el imaginario global, no hay símbolo más grande de la causa medioambiental que la selva amazónica.
Aquí corren los miles de ríos y arroyos que conforman la cuenca hidrográfica más extensa del planeta.
Aquí habitan las miles de especies de plantas y animales que componen el bioma más diverso de la Tierra.
Aquí residen millones de personas y cientos de pueblos indígenas, cuyas vidas se ven atravesadas por el falso dilema entre la prosperidad y la preservación.
Son ellas las que, a diario, combinan en sus modos de vida la búsqueda legítima de una existencia digna con la misión vital de proteger uno de los mayores patrimonios naturales de la humanidad.
Por eso, es justo que ahora sean los amazonenses quienes pregunten qué está haciendo el resto del mundo para evitar el colapso de su hogar.
El año 2025 es un hito para el multilateralismo.
Se cumplen 80 años de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas y los diez años de la adopción del Acuerdo de París.
La fuerza del Acuerdo de París radica en el respeto al protagonismo de cada país a la hora de definir sus propias metas, a la luz de sus capacidades nacionales.
Tras una década, se ha convertido en el reflejo de las mayores cualidades y limitaciones de la acción multilateral.
Gracias a este Acuerdo, hemos logrado evitar los pronósticos que preveían un aumento de hasta cinco grados en la temperatura media global para finales de siglo.
Hemos demostrado que la movilización colectiva genera resultados.
Pero el régimen climático no es inmune a la lógica de suma cero que ha predominado en el orden internacional.
En un panorama de inseguridad y desconfianza mutua, los intereses egoístas inmediatos prevalecen sobre el bien común a largo plazo.
El año 2024 fue el primero en el que la temperatura media de la Tierra superó en un grado y medio los niveles preindustriales.
La ciencia indica que este aumento se prolongará durante algún tiempo, incluso décadas, pero no podemos abandonar el objetivo del Acuerdo de París.
El informe sobre las emisiones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente estima que la temperatura del planeta aumentará en dos grados y medio para el año 2100.
Según la Hoja de Ruta de Bakú a Belém, las pérdidas humanas y materiales serán drásticas.
Podrían morir más de 250.000 personas cada año.
El PIB global podría reducirse hasta en un 30 %.
Por eso, la COP30 será la COP de la verdad.
Es el momento de tomarse en serio las advertencias de la ciencia.
Es hora de afrontar la realidad y decidir si tendremos o no la valentía y la determinación necesarias para transformarla.
Para Brasil, la COP30 será el punto álgido de un camino allanado a lo largo de nuestras presidencias del G20 y del BRICS.
En el G20, reunimos en la misma mesa a los ministros de Medio Ambiente y Finanzas de las 20 economías que representan alrededor del 80 % de las emisiones globales.
En el BRICS, reafirmamos la importancia fundamental del financiamiento climático, la capacitación y la transferencia de tecnologías.
Esta Cumbre de Líderes es una innovación que aportamos al universo de las COP.
Las convergencias ya son conocidas. Nuestro objetivo será abordar las divergencias.
Nosotros, los líderes, podemos y debemos debatir, sobre todo, más allá de los límites de la Convención.
Las palabras pronunciadas aquí serán la brújula que guiará el camino que recorrerán nuestras delegaciones durante las dos próximas semanas.
La humanidad es consciente del impacto del cambio climático desde hace más de 35 años, desde la publicación del primer informe del IPCC (Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático).
Pero han sido necesarias 28 conferencias para que, por primera vez, en Dubái, se reconociera la necesidad de abandonar los combustibles fósiles y detener y revertir la deforestación.
Se necesitó un año más para que, en Bakú, se admitiera la posibilidad de ampliar el financiamiento climático a 1,3 billones de dólares.
Belém honrará los legados de las COP28 y COP29.
Acelerar la transición energética y proteger la naturaleza son las dos formas más eficaces de frenar el calentamiento global.
A pesar de nuestras dificultades y contradicciones, estoy convencido de que necesitamos hojas de ruta para revertir la deforestación de manera justa y planificada, superar la dependencia de los combustibles fósiles y movilizar los recursos necesarios para alcanzar estos objetivos.
Para avanzar, será necesario superar dos brechas.
La primera es la desconexión entre los salones diplomáticos y el mundo real.
Puede que la gente no entienda qué son las emisiones o las toneladas métricas de carbono, pero siente la contaminación.
Puede que no comprenda qué son los sumideros de carbono o los reguladores climáticos, pero reconoce el valor de los bosques y los océanos.
Puede que no sean expertas en financiamiento concesional o mixto, pero saben que sin recursos no se puede hacer nada.
Puede que no comprendan el significado de un aumento de un grado y medio en la temperatura global, pero sufren sequías, inundaciones y huracanes.
La lucha contra el cambio climático debe situarse en el centro de las decisiones de cada gobierno, cada empresa y cada persona.
El concepto de "mutirão", que puede traducirse como un esfuerzo colectivo en torno a un objetivo común, es el espíritu que impregnará Belém.
La participación de la sociedad civil y el compromiso de los gobiernos subnacionales serán cruciales.
Nos inspiraremos en los pueblos indígenas y en las comunidades tradicionales, para quienes la sostenibilidad siempre ha sido sinónimo de vida.
La segunda brecha es el desencuentro entre el contexto geopolítico y la urgencia climática.
Las fuerzas extremistas crean falsedades para obtener beneficios electorales y aprisionar a las generaciones futuras en un modelo obsoleto que perpetúa las disparidades sociales y económicas y la degradación medioambiental.
Las rivalidades estratégicas y los conflictos armados desvían la atención y agotan los recursos que deberían destinarse a combatir el calentamiento global.
Mientras tanto, se está cerrando rápidamente la ventana de oportunidad que tenemos para actuar.
El cambio climático es el resultado de las mismas dinámicas que, a lo largo de los siglos, han fracturado nuestras sociedades en ricos y pobres, y han dividido el mundo entre países desarrollados y en desarrollo.
Será imposible contenerlo sin superar las desigualdades dentro de las naciones y entre ellas.
La justicia climática es aliada de la lucha contra el hambre y la pobreza, de la lucha contra el racismo, de la igualdad de género y de la promoción de una gobernanza global más representativa e inclusiva.
Amigas y amigos:
Entre los pueblos indígenas Yanomami, que habitan la Amazonia, existe la creencia de que a los seres humanos les corresponde sostener el cielo para que no caiga sobre la Tierra.
Esta perspectiva nos da una idea de nuestra responsabilidad ante el planeta, especialmente ante los más vulnerables.
Pero también nos recuerda que el poder de ampliar horizontes está en nuestras manos.
Tenemos que adoptar un nuevo modelo de desarrollo más justo, resiliente y con bajas emisiones de carbono.
Espero que esta Cumbre contribuya a elevar el cielo y ampliar nuestra visión más allá de lo que vemos hoy.
Antes de terminar mi intervención, me gustaría pedirles, estimadas amigas y amigos, que agradezcamos la disposición de celebrar esta COP de la Amazonia en la Amazonia. Mucha gente no creía que fuera posible celebrar una COP en un estado de la Amazonia, porque la gente está más acostumbrada a desfilar por las grandes ciudades. Y decidimos que la Amazonia es para el mundo como si fuera una Biblia. Todo el mundo sabe que existe y cada uno la interpreta a su manera. Y queríamos que la gente viniera aquí para ver qué es la Amazonia, para ver cómo es la gente de la Amazonia, la naturaleza de la Amazonia, la culinaria de la Amazonia.
Y quiero terminar pidiendo un aplauso para todos los trabajadores que han ayudado a construir en poco tiempo este espacio que estamos ocupando y para aquellos que nos van a recibir y atender durante la COP.
Un abrazo y una buena COP para todos.