Discurso del presidente Lula en la apertura de la 3.ª Conferencia de la ONU sobre los Océanos, en Niza, Francia
Hoy he aprendido algo nuevo: siempre pensé que la ciudad se llamaba Niza porque quien la descubrió amaba a su mujer, que se llamaba Niza, y le había puesto ese nombre por amor. Pero fue el resultado de una dura lucha. Aprendí una lección más.
Lo segundo: quería dar las gracias a Emmanuel Macron, presidente de Francia. En primer lugar, por la visita de Estado que realicé a su país. En segundo lugar, por invitarme a participar en esta conferencia. Y agradecer de todo corazón el cariño y la amabilidad que él y su esposa Brigitte nos han brindado a mí, a mi esposa y a mi delegación.
Quiero saludar al presidente de Costa Rica, Rodrigo Chaves Robles. Saludo también a nuestro estimado António Guterres, secretario general de las Naciones Unidas, y a Philemon Yang, presidente de la Asamblea General.
Estimados amigos, estimadas amigas, jefes de Estado y de Gobierno, miembros de la mesa.
El ciclo del agua y el ciclo de la vida son uno solo, como decía el oceanógrafo francés Jacques Cousteau.
Es imposible hablar de desarrollo sostenible sin incluir el océano.
Sin protegerlo, no hay forma de combatir el cambio climático.
Tres mil millones de personas dependen directamente de los recursos marinos para subsistir.
El océano es el mayor regulador climático del planeta, ya que alberga toda la cadena de vida.
La adopción, hace más de cuatro décadas, de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar consagró, por primera vez, el concepto de "patrimonio común de la humanidad".
La creación de este régimen internacional para gobernar el espacio marítimo es uno de los mayores logros en la historia de la diplomacia.
Apostando por el multilateralismo, fuimos capaces de resolver diferencias que parecían insuperables.
Sin embargo, hoy en día, la amenaza del unilateralismo se cierne sobre los océanos.
No podemos permitir que ocurra con el mar lo que ha ocurrido con el comercio internacional, cuyas reglas se han erosionado hasta el punto de dejar inoperante a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Evitar que los océanos se conviertan en escenario de disputas geopolíticas es una tarea urgente para la construcción de la paz.
Los canales, golfos y estrechos deben acercarnos y no ser motivo de discordia.
Para frenar la carrera predatoria por los minerales es necesario apoyar la firme actuación de la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, dirigida actualmente por la científica brasileña Letícia de Carvalho, a quien quiero enviar un abrazo.
Intereses ocultos impiden la creación del Santuario de Ballenas del Atlántico Sur.
Brasil se compromete a ratificar este año el Tratado de Alta Mar, para garantizar la gestión transparente y compartida de la biodiversidad más allá de las fronteras nacionales.
Señoras y señores,
Estamos orgullosos de ser una nación oceánica.
El espacio marítimo brasileño abarca 5,7 millones de kilómetros cuadrados, una extensión comparable a la del Amazonas.
Por eso lo llamamos el Amazonas Azul.
La analogía entre la selva y el mar no se limita a la riqueza natural que ambos albergan ni al patrimonio cultural de los pueblos que dependen de estos biomas.
Las dos Amazonas se ven afectadas por el cambio climático.
Las selvas tropicales están siendo empujadas hacia un punto de no retorno. El océano está febril.
En solo un año, la temperatura media del mar ha aumentado casi lo mismo que en las cuatro últimas décadas.
La ciencia demuestra que la causa de esta enfermedad es el calentamiento global y el uso de combustibles fósiles.
En los últimos diez años, el mundo ha producido más plástico que en todo el siglo pasado.
Sus residuos representan el 80 % de la contaminación marina.
Para salvar este bioma es necesario comprometerse de nuevo con la implementación del ODS 14 y del Acuerdo de París.
Brasil pondrá énfasis en la conservación y el uso sostenible del océano en la COP-30, tal y como hicimos en nuestra Contribución Determinada a Nivel Nacional.
Abordaremos este tema en otros foros, como la Cumbre Brasil-Caribe, que se celebrará dentro de unos días, y la Novena Reunión de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur, que se celebrará en nuestro país en 2026.
Aquí, en Niza, presentamos siete compromisos voluntarios relacionados con la protección de las áreas marinas, la planificación espacial marítima, la pesca sostenible, la ciencia y la educación.
Además de reducir a cero la deforestación para 2030, ampliaremos la cobertura de nuestras áreas marinas protegidas del 26 % al 30 %, cumpliendo así la meta del Marco Global para la Biodiversidad.
También implementaremos programas dedicados a la preservación de los manglares y los arrecifes de coral, y estamos elaborando una estrategia nacional contra la contaminación por plásticos en el océano.
Nuestro esfuerzo sin precedentes en materia de planificación espacial marina permitirá aprovechar el océano de manera equilibrada, teniendo en cuenta los impactos ambientales y los servicios ecosistémicos prestados.
Estamos fomentando la pesca sostenible y combatiendo los delitos que amenazan esta importante actividad para la seguridad alimentaria de nuestra población.
Vamos a fortalecer la recopilación de datos científicos mediante un Sistema Integrado de Monitoreo y seguiremos invirtiendo en investigación a través de la Estación Comandante Ferraz en la Antártida.
Con el apoyo de la UNESCO, Brasil fue el primer país en incluir la cultura oceánica en los programas escolares y seguirá formando a profesores para la enseñanza del Currículo Azul.
En 2025, contaremos con el mayor número de Escuelas Azules del mundo: 515 centros educativos, 160 mil estudiantes y 2.600 profesores.
Hace diez años, París se convirtió en un marco para la gobernanza climática. Hoy, Niza se suma a la ruta hacia Belém.
Junto con la ONU, Brasil lanzará un "Balance Ético Global" para movilizar a pensadores, artistas, intelectuales, religiosos, jóvenes, mujeres, pueblos indígenas, comunidades tradicionales y afrodescendientes hacia la COP30.
Necesitamos generar una gran ola que nos permita construir un futuro más justo y sostenible.
Estimados amigos y estimadas amigas,
Antes que nada, para finalizar, quiero decirle a nuestro secretario general, nuestro amigo Guterres, que es muy importante que tomemos tres decisiones importantes en la COP30.
En primer lugar, debemos convencer a los jefes de Estado de este mundo de que la cuestión climática no es un invento de los científicos ni un juego de la gente de la ONU. La cuestión climática es una necesidad vital para la preservación de nuestro medio ambiente y debemos tomar una decisión.
Primero, la cuestión de si se cree o no. Si se cree, tendremos que decidir que el planeta Tierra es el único lugar donde podemos vivir.
Segundo, que el problema climático puede acabar con la humanidad. Es necesario saber si se cree en ello.
Tercero: tenemos que decirles a los jefes de Estado que tenemos que empezar a invertir en educación primaria sobre el cambio climático, porque después de los 18 años tendremos que poner carteles que digan que está prohibido hacer esto, que está prohibido hacer aquello, para los jóvenes rebeldes que no quieren obedecer.
Es más barato y mucho más fácil empezar a apostar por que el cuidado del planeta se incluya en los planes de estudio, para que los niños aprendan desde la guardería hasta la universidad que deben cuidar el medio ambiente en el que viven.
Muchas gracias y quiero terminar invitando a todos ustedes a acompañarnos en noviembre en Brasil, en la Amazonia.
Aquellos que quieran conocer la Amazonia, los que tanto defienden la Amazonia, tienen que ir a la Amazonia para ver nuestra COP30. Para que la gente sepa que debajo de cada copa de árbol que queremos preservar hay un niño, hay un indígena, hay un pescador, hay un extractor de caucho, hay un extractivista, hay un ser humano.
Por eso, los países ricos deben pagar su deuda con el contencioso de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Un abrazo y nos vemos en Brasil, si Dios quiere.