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Você está aqui: Inicio Seguir al Gobierno Discursos y Pronunciamientos 2025 05 Pronunciamiento del presidente Lula en la reunión con los ministros de Agricultura de la Unión Africana
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Pronunciamiento del presidente Lula en la reunión con los ministros de Agricultura de la Unión Africana

Pronunciamiento del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en la reunión con los ministros de Agricultura de la Unión Africana, en el Palacio Itamaraty, el 19 de mayo de 2025
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Publicado en 22/05/2025 20:36 Actualizado en 22/05/2025 20:41

Mi querida compañera, Janja.

Señora Thulisile Dladla, viceprimera ministra del Reino de Esuatini, en cuyo nombre saludo a los jefes de delegación y demás representantes de los países africanos.

Mi estimado compañero, Geraldo Alckmin, vicepresidente de la República y ministro de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios.

Mi estimado Mauro Vieira, ministro de Relaciones Exteriores, en cuyo nombre saludo a los ministros aquí presentes.

Pero era importante recordarles que aquí están presentes tres personas... cuatro personas muy importantes que los acompañarán durante su estancia en Brasil.

En primer lugar, nuestra estimada Silvia [Massruhá], presidenta de la EMBRAPA, la Empresa Brasileña de Tecnología Agrícola, una de las responsables del éxito de la agricultura brasileña.

Es importante que te levantes para que la gente vea quién es Silvia.

Otra persona importante, el ministro Carlos Fávaro, ministro de Agricultura y Ganadería de Brasil, que también los acompañará.

Otro ministro importante, el compañero Paulo Teixeira, ministro de Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar.

Otro ministro muy importante, que tiene mucho que conversar con ustedes, es el ministro Wellington Dias, de Desarrollo y Asistencia Social, Familia y Combate al Hambre.

Y, por último, el ministro que va a enseñarnos a todos a pescar, el compañero André de Paula, ministro de Pesca y Acuicultura.

Bueno, estimados compañeros y compañeras, en primer lugar, es una inmensa alegría poder compartir con ustedes este segundo momento histórico.

De hecho, el primer Diálogo Brasil-África sobre la cuestión de la seguridad alimentaria también lo convoqué yo en 2010, cuando era presidente de la República. Y aunque este es el segundo Diálogo Brasil-África, en realidad es el primer encuentro de Brasil con sus aliados en la Alianza [Global] contra el Hambre y la Pobreza, aprobada en el G20, en Río de Janeiro, el año pasado.

La Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza es un intento de conseguir que no solo podamos producir los alimentos y las cosas que se necesitan para las personas, sino que podamos sensibilizar al resto del mundo y, al mismo tiempo, crear un proceso de indignación en la mente de todos para que no nos conformemos con que, en la primera mitad del siglo XXI, después de toda la revolución tecnológica, después de toda la revolución genética, después de toda la evolución de las universidades, después de todo lo que hemos aprendido, todavía haya 730 millones de personas que pasan hambre en el mundo.

Esta es una marca que no podemos olvidar, pero que debemos recordar todo el santo día, hablar de esto por la mañana, hablar de esto por la tarde y hablar de esto por la noche. Porque los que tienen hambre no son los que necesitan escucharnos. Los que tienen hambre son los que necesitan hablar.

Y es importante que tengamos claro que no es posible que ningún país del mundo sea soberano si su pueblo no tiene derecho a desayunar, almorzar y cenar todos los días. Cuando tomé posesión de mi primer mandato, en 2003, lo más sagrado que dije en mi discurso fue que si al terminar mi mandato había garantizado que cada brasileño y cada brasileña desayunara, almorzara y cenara, ya habría cumplido la obra de mi vida. Y conseguimos sacar a Brasil del mapa del hambre, porque cuando empezamos en 2003, había 54 millones de personas en Brasil que pasaban hambre.

En 2012, logramos sacar a Brasil del mapa del hambre. Quince años después, volví a la presidencia de la República y teníamos 33 millones de personas pasando hambre nuevamente. En una clara demostración de que la cuestión del hambre no es una cuestión de las inclemencias del clima, no es una cuestión de sequía o una cuestión del efecto de la lluvia, porque todo eso es parte de la naturaleza.

Y hemos aprendido que el hambre no es culpa de la naturaleza ni de ningún otro acontecimiento. A menudo, el hambre se debe a la irresponsabilidad de quienes gobiernan los países, que no consideran que el hambre sea una prioridad que deba resolverse en su país. Solo aquellos que nunca han pasado hambre no se preocupan por el hambre.

Solo aquellos que nunca han visto a un niño llorando por un vaso de leche sin tener leche que beber no se preocupan por el hambre. Y nosotros, los seres humanos, tenemos la capacidad de cambiar eso, por muy pobre que sea nuestro país. Es solo cuestión de establecer prioridades: ¿para quién quiero gobernar, a quién quiero atender y quién me necesita más? De hecho, ¿quién necesita del Estado? ¿A quién debe servir el Estado? Esa es una decisión que solo nosotros, los gobernantes, podemos tomar.

Siempre digo que el presidente de la República nunca debería olvidar el discurso que pronunció para ganar las elecciones. Cuando ganamos unas elecciones, deberíamos agarrar el discurso con el que ganamos, ponerlo en la mesita de noche y, cada día por la mañana, al levantarnos, leer lo que dijimos para no olvidar lo que dijimos.

Porque muchas veces, muchas veces, los discursos electorales se olvidan al día siguiente de las elecciones. Y cuando decidí invitarlos a venir a Brasil, fue para que pudiéramos intercambiar ideas, pero, al mismo tiempo, sin avergonzarnos de mostrarles las experiencias exitosas de este país. Porque cualquiera podría haber acabado con el hambre en Brasil.

Cualquiera. Cualquier presidente de este país podría haber evitado que la gente pasara hambre. Lo que ocurre es que, a menudo, los más pobres no son una prioridad para la mayoría de los gobiernos.

Y es muy triste saber que el mundo gastó el año pasado dos billones cuatrocientos mil millones de dólares en armamento y conflictos. Y no tuvo el mismo valor ni la misma audacia para gastar eso en enseñar a la gente a cultivar y acoger lo que se come en cada país.

Por lo tanto, lo que quiero es que se sientan totalmente libres para preguntar lo que quieran, para intentar decir si les ha gustado o no lo que han escuchado, para cuestionar, porque Brasil tiene una deuda histórica con el continente africano.

Le debemos al continente africano lo que somos, nuestro color, nuestro arte, nuestra cultura, nuestra forma de ser. Se lo debemos desde hace 350 años, cuando este país explotó a gran parte del pueblo africano.

Y estoy consciente de que Brasil no puede pagar eso en dinero. Y también porque eso no se puede medir en dinero. Brasil puede pagar en solidaridad. En transferencia de tecnología. Para que ustedes puedan producir parte de lo que nosotros producimos.

Hace mucho tiempo que tengo interés en el continente africano. Mucho tiempo. Es el continente que más he visitado. En mi primer mandato, abrimos 19 nuevas embajadas en África. Llevamos la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (EMBRAPA) a Ghana, pero luego no funcionó, no sé por qué. Construimos un hospital, una escuela y una universidad abierta en Mozambique, con el objetivo de extenderla a otros países. Construimos un hospital, una fábrica para producir medicamentos antirretrovirales, para intentar ayudar a distribuirlos en el continente africano. Y después de que dejamos el Gobierno, tras la destitución de la presidenta Dilma [Rousseff], todo eso retrocedió.

Todo eso se ha revertido. Porque, en realidad, mucha gente no quiere ver al continente africano. Mucha gente lo pasa por alto para ver directamente a Europa.

Y no podemos olvidar que el continente africano tiene mucho que ver con la historia de este país. De hecho, no sé si este país sería lo que es hoy sin haber vivido tres siglos y medio de convivencia con el trabajo esclavo de los africanos aquí en Brasil.

Entonces, lo que Brasil puede hacer es precisamente eso, tener una mirada especial, tener un cariño especial y no tratar la relación con los africanos como si fueran, ustedes saben, los pobres del mundo y que no debemos hacer cosas con ustedes porque no pueden pagar.

Según mi punto de vista, la relación con el continente africano es otra. Según mi punto de vista, África es parte de Brasil y Brasil tiene que estar orgulloso de decir que es parte de África. Ese es el orgullo que deberíamos asumir.

Y por eso están ustedes aquí. El día 23, que es el Día Nacional de África, tendremos aquí una reunión con el presidente de Angola. Ustedes estarán presentes. Pero lo que quiero es que lo aprovechen.

Aprovechen. Recuerdo cuando creamos la UNILAB [Universidad de Integración Internacional de la Lusofonía Afrobrasileña]. Tenía dos deseos importantes en mi vida.

Uno era crear una universidad Brasil-África para que pudiéramos traer estudiantes de África a estudiar aquí en Brasil, junto con los brasileños. Y conseguimos crear la UNILAB. Y una de las cosas más importantes de mi vida fue la primera graduación de la UNILAB en São Francisco do Conde, en Bahía, en la que participé haciendo entrega de un diploma.

Después, queríamos crear la universidad latinoamericana. Una universidad que tuviera un plan de estudios latinoamericano, profesores latinoamericanos, al igual que la UNILAB, y también profesores africanos y estudiantes africanos, para que pudiéramos estar seguros de que estamos creando un mundo nuevo. O, al menos, intentar hacer un mundo más diferente, más humano, más solidario, más fraternal.

Sobre todo en este momento en que se habla mucho, muchísimo, de inteligencia artificial, de algoritmos. Y lo que necesitamos es sacar provecho de todos estos avances tecnológicos para producir alimentos, que es lo que quiere la gente. Una parte de la población quiere tenerlo todo en la vida, pero quiere comer.

Quiere tener agua potable. Quiere tener energía eléctrica, algo fundamental para que un país pueda crecer. Una vez visité la Unión Africana, fui a Adís Abeba, cuando Madame Zuma [Nkosazana Dlamini-Zuma] era presidenta de la Unión Africana.

Y, en aquel momento, la Unión Africana había lanzado un programa de desarrollo para África que costaba alrededor de 360 mil millones de dólares, un programa para todos los países africanos. Y fui a Addis Abeba para proponerle a Madame Zuma que sería importante que la Unión Africana convocara una reunión de todos los bancos de desarrollo del mundo, de todos los empresarios de las empresas de ingeniería del mundo, para que la Unión Africana pudiera mostrarse al mundo, hay que llamar al FMI [Fondo Monetario Internacional], llamar al Banco Mundial, llamar a los bancos brasileños, a los empresarios de todo el mundo, de la construcción civil, para que fueran a África, para que se convencieran de que podíamos participar en la construcción de la infraestructura básica necesaria para África..

Lamentablemente, no sé explicar por qué, pero esa reunión nunca se celebró, nunca se convocó, y no sé cómo está el plan de inversión.

Lo que sí sé es que todavía hay países africanos en los que menos del 20 % de la población tiene acceso a la electricidad. Lo que sé es que siguen faltando carreteras. Lo que sé es que sigue faltando agua potable.

Lo que sé es que falta el respeto de otros países hacia el continente africano. Quiero decirles que, a partir de este encuentro, tras los resultados que logren obtener aquí, nosotros, internamente en mi Gobierno, celebraremos otra reunión con los mismos ministros que han viajado con ustedes, con la misma EMBRAPA, y decidiremos qué podemos hacer para acabar con los grandes discursos y la escasa ejecución de los programas de intercambio de experiencias.

Esta región en la que se encuentran, en Brasilia, que forma parte del Cerrado, en Mato Grosso, en una parte de Minas Gerais y Goiás, hace 50 años era una región considerada por todos los brasileños como una región de tierra mala.

La tierra del Cerrado no sirve. Aquí, todo lo que plantamos, no va a germinar. Actualmente, hemos descubierto que esta región es una de las más productivas del país, porque con el avance de la ciencia y el manejo de la tierra, ya no hay tierra improductiva en ninguna parte del mundo.

¿Cuántas veces he intentado convencer a los empresarios brasileños para que inviertan en África? Incluso para producir en África y vender a Europa, que tiene simpatía por los precios, le compraría más a África, si se produjera a un precio más accesible y con menos impuestos. Y es muy difícil convencerlos.

Incluso cuando afirmábamos que la sabana africana tiene la misma calidad de suelo que el Cerrado brasileño y que, por lo tanto, la sabana africana podría ser, quién sabe, un punto de partida para la revolución agrícola que el continente africano llevaría a cabo ante los ojos del mundo. Y creo que eso sigue siendo válido. Creo que los países africanos que eran autosuficientes en la producción de alimentos antes de la colonización, la colonización les hizo desaprender a producir lo que comían para depender del exceso de alimentos producidos en el país colonizador. Esto no es humanamente correcto, no es humanamente aceptable. Y tenemos que aprender a gritar, tenemos que aprender a decir que no es posible seguir aceptando esto.

Imagina si el dinero que se está gastando en la guerra de Ucrania con Rusia, en la lucha con Ucrania, se estuviera gastando en la producción de alimentos. Imagina si el dinero que el ejército de Israel gasta para matar mujeres y niños en la Franja de Gaza se utilizara para transferir tecnología a países que necesitan mucha tecnología. El mundo sería otro.

Y es ese Brasil el que quiero que conozcan. No sé si tenemos mucho que enseñarles, pero sin duda tenemos mucho que aprender de ustedes, ya que el continente africano es la cuna de la humanidad. Por lo tanto, quiero darles la bienvenida a Brasil.

Aprovechen su presencia aquí en Brasil, porque de su visita tiene que salir algo diferente de lo que está pasando hasta ahora. Y quiero decirles, mirando a los ojos a cada hombre y a cada mujer, que Brasil puede ayudar. Brasil tiene cómo ayudar.

Es suficiente con que asumamos la responsabilidad de tratarlos con el respeto y el cariño que necesitan. Muchas gracias.

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