Discurso del presidente Lula durante la Reunión del Consejo de Campeones de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza
Es una gran satisfacción para mí clausurar la 2.ª Reunión del Consejo de Campeones de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza.
Quiero felicitar a todos por el trabajo realizado durante este año. El compromiso de este Consejo nos ha permitido llegar hasta aquí.
Vivimos en un mundo hiperconectado, con inteligencia artificial, avances científicos e incluso planes para habitar la Luna.
Sin embargo, la persistencia del hambre y la pobreza son la prueba más dolorosa de que hemos fracasado como comunidad global.
Con este sentido de urgencia, Brasil, al asumir la presidencia del G20, propuso la creación de esta Alianza Global.
La fórmula es sencilla:
1) Recopilar políticas públicas que hayan dado buenos resultados;
2) Articular estas políticas con recursos y conocimientos;
3) Apostar por la cooperación, sin condiciones; y
4) Garantizar que la adaptación y la implementación de los programas esté liderada por los países receptores.
El objetivo es redoblar los esfuerzos para cumplir las Metas 1 y 2 de la Agenda 2030.
En tan solo un año de funcionamiento de la Alianza, hemos alcanzado los 200 miembros: 103 países, 53 fundaciones y ONG, 30 organizaciones internacionales y 14 instituciones financieras.
España ha sido un aliado clave en el liderazgo de este Foro.
Hoy damos un paso decisivo: inauguramos el Mecanismo de Apoyo de la Alianza, que contará con sede, secretaría y dirección.
Gracias a la contribución de Noruega, Portugal, España y Brasil, hemos garantizado parte de los recursos necesarios para el funcionamiento del Mecanismo hasta 2030.
La FAO será nuestro brazo técnico.
Ya tenemos nueve proyectos piloto listos.
En Palestina, donde la desnutrición se ha utilizado cruelmente como arma de guerra, vamos a apoyar programas de atención especial dirigidos a mujeres y niños.
Junto con Haití y Zambia, implementaremos iniciativas de transferencia de renta.
En Kenia, nos centraremos en garantizar el acceso al agua potable.
La selección de Etiopía se basó en la necesidad urgente de fortalecer la agricultura familiar.
En Benín, apoyaremos la ampliación del programa de comidas escolares.
En Ruanda, trabajaremos para lograr la inclusión socioeconómica.
Reconocemos tanto las vulnerabilidades como el poder transformador de las mujeres, por lo que en Tanzania queremos prestar especial atención a ellas y a los niños.
También tenemos estudios para proyectos en Mozambique, Indonesia, Camboya, Bangladés y la República Dominicana.
Pero seamos claros: sin recursos financieros no habrá transformación.
El año pasado, la ayuda oficial al desarrollo cayó un 23 % con respecto a los niveles previos a la pandemia.
Esta contracción afecta especialmente a los países más pobres y endeudados, sobre todo en África, donde la inseguridad alimentaria ha aumentado de forma alarmante.
Si no actuamos con urgencia, en 2030 casi el 9 % de la población mundial seguirá viviendo en condiciones de pobreza extrema.
Por eso, hago dos llamamientos urgentes.
En primer lugar, me dirijo a los bancos multilaterales y a los países donantes:
Es necesario revisar las prioridades.
Los programas de ajuste fiscal no pueden ser un fin en sí mismos que justifique la reducción de la inversión en desarrollo humano y social.
No hay mejor estímulo para la economía global que la lucha contra el hambre y la pobreza.
Los recursos disponibles deben movilizarse para hacer frente a los desafíos reales de la humanidad.
Cuando esto ocurre, aumenta el consumo, se activa el mercado y florecen nuevos ciclos de desarrollo.
Mi segundo llamamiento va dirigido a los gobiernos nacionales.
Es hora de incluir a los pobres en el presupuesto.
La inclusión social no puede quedarse solo en una promesa, sino que debe reflejarse en la arquitectura fiscal, en las inversiones públicas y en los planes de transformación productiva.
Brasil volvió a salir del Mapa del Hambre de la FAO gracias a políticas integradas de transferencia de renta, fortalecimiento de la agricultura familiar, comedores escolares, generación de empleo y aumento del salario mínimo.
También instituimos un Plan Nacional de Cuidados que debe aliviar la carga del trabajo doméstico y no remunerado de las mujeres.
Este mes, la Cámara de Diputados aprobó la exención del impuesto sobre la renta para quienes ganan hasta aproximadamente mil dólares al mes, y un aumento del 10 % para quienes ganan más de cien mil dólares al año.
Esta progresividad fiscal ampliará los recursos destinados a financiar políticas públicas esenciales.
Estimados amigos y amigas:
Quiero expresar mi agradecimiento al Gobierno de Catar, en la persona del emir Tamim bin Hamad al Zani, por ser sede de la primera Reunión de Líderes de la Alianza, que se celebrará el 3 de noviembre, en el marco de la Segunda Cumbre de Desarrollo Social de la ONU.
Lamentablemente, debido a la proximidad de la Cumbre de Líderes de la COP, no podré asistir.
No obstante, el vicepresidente Geraldo Alckmin y el ministro de Desarrollo y Asistencia Social, Familia y Combate al Hambre, Wellington Dias, representarán a Brasil.
Demostraremos que la Alianza es una respuesta concreta y real.
En la COP30, que se celebrará en Belém, queremos adoptar una Declaración sobre el Hambre, la Pobreza y el Clima.
La seguridad alimentaria debe situarse en el centro de la acción climática.
Las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional deben incluir la protección social, la resiliencia de los pequeños productores y soluciones que generen ingresos y preserven la biodiversidad.
Solamente un nuevo modelo de desarrollo justo y sostenible podrá garantizar un futuro para las próximas generaciones.
En ese futuro:
- Ninguna mujer ni ningún hombre tendrá que trabajar sin la debida alimentación.
- Ningún niño deberá estudiar con hambre.
- Ningún agricultor sufrirá por falta de crédito o asistencia técnica.
- Nadie deberá vivir sin acceso al agua.
Sigamos adelante con seriedad y valentía.
Con el fin de hallar soluciones para disminuir el hambre y la pobreza en el mundo, quiero dejarles una cosa muy clara. El hambre y la lucha contra el hambre no se resolverán si los abordamos de forma asistencialista. Es importante que tengamos claro que la lucha contra el hambre implica responsabilizar a los gobiernos de todos los países del mundo de incluir a los pobres en el presupuesto nacional.
No se trata de una política asistencialista, sino de una medida provisional que se aplica cuando es necesario. Se trata de una determinación del Gobierno de dejar de tratar a los pobres como si fueran invisibles en el planeta Tierra. Deben ser vistos y, para ser vistos deben estar incluidos en el presupuesto del país, en el presupuesto del Estado, y en el presupuesto de la ciudad.
Y su dinero debe ser prioritario como cualquier otro. No es posible que nosotros, que luchamos por la igualdad, por el fin de los prejuicios y por el fin de la desigualdad, veamos cómo los ricos gastan 2,7 billones de dólares en armas y no destinan la misma cantidad para combatir el hambre y la miseria en el mundo. No hay explicación.
Pienso que la gran labor que tenemos que hacer es trabajar para crear, junto con la humanidad, la indignación. La clave es intentar que la humanidad se indigne contra el hambre. En un mundo que produce alimentos suficientes, en un mundo que no tiene problemas de producción de alimentos. No hay explicación para que 670 millones de personas sigan sin tener qué comer. No hay explicación.
Mientras los países ricos gastan dinero, la Unión Europea acaba de aprobar casi 800 mil millones de dólares para fortalecerse de cara a las guerras. Inglaterra hace lo mismo. Estados Unidos también. Sin embargo, lo que va a acabar con la guerra no son más armas, sino más comida, más trabajo, más armonía y más paz. Eso es lo que va a acabar con la guerra.
De hecho, ahora se está llegando a un acuerdo sobre la Franja de Gaza. Pero 70 mil mujeres y niños que murieron no serán reconstruidos. ¿Y cuánto han costado? Posiblemente el dinero utilizado en esta guerra habría sido suficiente para acabar con el hambre. Por eso es importante que lo tengamos claro.
Y eso, obviamente, no es su papel, ya que están aquí en un consejo tratando de ayudarnos. Ese es el papel de la clase política. Los líderes políticos del mundo tienen que tomar una decisión. Tienen que decidir para quién quieren gobernar. ¿Cuál es la prioridad del Estado? ¿Cuál es la prioridad del Gobierno? Porque si solo van a ocuparse de los pobres cuando les sobre dinero, nunca va a sobrar dinero. Porque los ricos se apoderan del dinero antes.
Ese es el dato concreto y el objetivo que estamos transmitiendo. Por lo tanto, querido director general de la FAO, quiero terminar diciendo que nuestra tarea es intentar que la humanidad se indigne contra el hambre.
Antes de la pandemia de la COVID-19, cuando fui a hablar con el Papa Francisco y visité el Consejo Mundial de Iglesias. Con ambos mantuve una conversación para decirles que era necesario que la humanidad se indignase contra el hambre, la pobreza y la desigualdad. Lamentablemente, debido a la pandemia, estuvimos dos años encerrados en casa y no hicimos nada. Pero, ahora necesitamos retomar esa campaña.
Estoy muy agradecido a los países que participaron en el G20 y propusieron la Alianza Global contra el Hambre. Hasta entonces, el hambre se trataba como algo que solo se discutía en los libros de los científicos. O durante las elecciones. En época de elecciones, los pobres son una prioridad para los candidatos. Pero, después de las elecciones, los pobres pasan a ser algo secundario para los candidatos.
Por eso, es importante que tengamos claro que es necesario llevar a cabo una campaña mundial para que las personas que podrían ayudar a acabar con el hambre sientan indignación. Porque no cuesta mucho. No cuesta mucho.
Y quiero decirle a mi querido director general que puede contar con Brasil. Cuando asumimos el cargo, en 2003, en Brasil había 54 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria. En 2014, acabamos con el hambre en Brasil. Volví en 2023. Encontramos a 33 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria. ¿Qué significa eso? ¿Falta de dinero? No. ¿Falta de producción de alimentos? No. Lo que falta es voluntad y compromiso por parte de quienes gobiernan los países. Ese es el dato concreto y objetivo.
Por lo tanto, nuestra lucha es para que los dirigentes públicos asuman su papel. Que los pobres también son personas. Que los pobres merecen respeto. Y que los pobres merecen almorzar, desayunar y cenar. Y tener acceso a los bienes legales que se producen en el país.
Por eso, mi querido director general, cuente conmigo en esta lucha contra el hambre.