Discurso del presidente Lula en la 66.ª Cumbre del MERCOSUR
Me complace enormemente regresar a Buenos Aires, donde ya hemos dado tantos pasos en la construcción de un camino común para el Cono Sur.
Cuando el mundo está inestable y es amenazante, es natural buscar refugio donde nos sentimos seguros.
Para Brasil, el Mercosur es ese lugar.
A lo largo de más de tres décadas, hemos construido una casa con cimientos sólidos, capaz de resistir la fuerza de las inclemencias del tiempo.
Hemos logrado crear una red de acuerdos que se ha extendido a los Estados asociados.
Toda América del Sur se ha convertido en una zona de libre comercio, basada en unas reglas claras y equilibradas.
Formar parte del Mercosur nos protege.
Nuestra Tarifa Externa Común nos protege de las guerras comerciales ajenas.
Nuestra solidez institucional nos acredita ante el mundo como socios de confianza.
No es casualidad que cada vez más países y bloques muestren interés en acercarse a nosotros.
He comprobado personalmente este interés en los contactos que he mantenido con líderes de diversas regiones.
Haremos frente al desafío de salvaguardar nuestro espacio de autonomía en un contexto cada vez más polarizado.
La presidencia brasileña representará una oportunidad para reflexionar sobre el lugar que aspiramos ocupar en el nuevo panorama global.
Para ello, será imprescindible dar prioridad a cinco cuestiones.
La primera consiste en fortalecer el comercio entre nosotros y con socios externos.
Aún quedan fronteras por superar, como la inclusión de los sectores automovilístico y azucarero en nuestra unión aduanera.
Aplazar esta tarea supondría sacrificar el potencial estratégico del bloque en la producción de vehículos eléctricos y biocombustibles.
La prosperidad no se construye solo con grandes negocios.
Es necesario reactivar el Foro Empresarial del Mercosur y ofrecer un mayor apoyo a las pequeñas y medianas empresas.
Podemos disminuir los costos y reducir los riesgos cambiarios utilizando nuestras propias monedas.
Necesitamos un sistema de pago en monedas locales moderno y vigorizado que facilite las transacciones digitales.
Es importante ampliar los mercados y diversificar las alianzas.
Estoy muy satisfecho con la conclusión de las negociaciones con la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, por sus siglas en inglés).
Estoy convencido de que, antes de que finalice este año, firmaremos los acuerdos con la Unión Europea y con la EFTA, lo que creará una de las mayores zonas de libre comercio del mundo.
También avanzaremos en las negociaciones con Canadá y los Emiratos Árabes Unidos.
En esta región, debemos trabajar con Panamá y la República Dominicana, y actualizar los acuerdos con Colombia y Ecuador.
Es hora de que el Mercosur mire hacia Asia, el centro dinámico de la economía mundial.
Nuestra participación en las cadenas globales de valor se verá beneficiada por una mayor aproximación con Japón, China, Corea, India, Vietnam e Indonesia.
La circulación de bienes y servicios depende de una infraestructura adecuada.
El programa brasileño Rutas de Integración Sudamericana tiene como objetivo acortar distancias y reducir costos.
La finalización de la Ruta Bioceánica, que conectará Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, reducirá en dos semanas el tiempo de viaje a Asia.
Dos proyectos brasileños recientemente aprobados por el Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur (FOCEM) formarán parte de la citada Ruta y mejorarán el saneamiento y la conectividad vial de las poblaciones fronterizas de Corumbá y Ponta Porã.
Brasil trabajará durante este semestre en la estructuración de la segunda fase del FOCEM.
Necesitaremos el apoyo continuo del Fondo Financiero para el Desarrollo de los Países de la Cuenca del Plata (FONPLATA), que se ha consolidado como el banco de la integración del Cono Sur.
La segunda cuestión se refiere a la lucha contra el cambio climático y la promoción de la transición energética.
Las consecuencias del calentamiento global ya se notan en el Cono Sur.
La región está sufriendo sequías e inundaciones que están causando pérdidas humanas, destrucción de infraestructuras y pérdidas de cosechas.
La realidad avanza más rápido que el Acuerdo de París, dejando en evidencia la falsedad del negacionismo climático.
Brasil reducirá sus emisiones entre un 59 % y un 67 % para 2035 en todos los sectores económicos e incluirá todos los gases de efecto invernadero.
Felicito a Uruguay y Ecuador por haber presentado también sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional.
En la 30.ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), en Belém, tendremos la oportunidad de mostrar al mundo las soluciones que provienen de América del Sur.
Nuestra Reunión de Ministros de Medio Ambiente será una etapa crucial en la preparación de la Conferencia.
A través del programa Mercosur Verde, fortaleceremos nuestra agricultura sostenible.
Nuestra cooperación promoverá normas comunes de sostenibilidad, mecanismos de trazabilidad e innovaciones tecnológicas.
Necesitamos un impulso renovado para recuperar nuestra capacidad industrial de forma responsable con el medio ambiente.
Vamos a proponer la creación de una taxonomía sostenible en el Mercosur para atraer inversiones que favorezcan una transición justa.
América del Sur tiene todo lo necesario para ser el corazón de este proceso.
Ya contamos con matrices energéticas más limpias que las de otras regiones.
Tenemos algunas de las mayores reservas de minerales críticos del mundo.
Acabo de regresar de la Cumbre del G7, en la que se debatió el acceso a estos minerales como un imperativo de seguridad energética.
La carrera por el litio, las tierras raras, el grafito y el cobre ya ha comenzado.
El Mercosur ampliado es nuestra mejor plataforma para acercar y coordinar las políticas nacionales.
Es fundamental garantizar que todas las etapas del procesamiento se lleven a cabo en nuestros territorios, con transferencia de tecnología y generación de empleo e ingresos.
Con el apoyo de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), Brasil reactivará las discusiones del Subgrupo de Trabajo 15 para sentar las bases de un acuerdo sudamericano sobre minerales críticos.
El tercer ámbito es el desarrollo tecnológico.
Las nuevas tecnologías están concentradas en manos de un reducido número de personas y empresas, con sede en aún menos países.
Recientemente, Brasil y Chile formalizaron una alianza para crear modelos de inteligencia artificial que reflejen las realidades culturales y lingüísticas de América Latina.
Iniciativas como esta pueden ampliarse al Mercosur y a toda América del Sur.
Traer centros de datos a la región es una cuestión de soberanía digital.
Este esfuerzo debe ir acompañado del desarrollo local de capacidades en computación, del respeto a la protección de datos y de inversiones para satisfacer la demanda adicional de energía.
La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad a la que estamos expuestos por la falta de acceso a vacunas y medicamentos.
Brasil quiere convertir al Mercosur en un polo de tecnologías sanitarias, capaz de satisfacer las necesidades de nuestra población.
Nuestro cuarto desafío es la lucha contra el crimen organizado.
Los grupos delictivos desafían la autoridad del Estado al sembrar violencia, corrupción y destrucción medioambiental.
No podremos vencer a estas verdaderas multinacionales del delito sin actuar de manera coordinada.
Debemos invertir en inteligencia, contener los flujos de armas y cortar las fuentes de financiamiento de la industria del delito.
Gracias a la renovación del Comando Tripartito de la Triple Frontera, contaremos con una plataforma permanente de cooperación para combatir los delitos financieros y el tráfico de drogas, de armas y de personas.
Gracias al Centro de Cooperación Policial Internacional de la Amazonía, inaugurado en Manaos, las fuerzas de seguridad de los nueve países amazónicos podrán actuar conjuntamente para combatir los delitos medioambientales y otros ilícitos.
Se trata de iniciativas que se complementan y que deben dialogar entre sí para tener alcance sudamericano.
Brasil movilizará al Mercosur ampliado para mejorar y profundizar en esta colaboración.
La quinta prioridad es la promoción de los derechos de nuestros ciudadanos.
Sin inclusión social y sin hacer frente a las desigualdades de todo tipo no habrá progreso duradero.
Por ello, es necesario fortalecer el Instituto de Políticas Públicas de Derechos Humanos y el Instituto Social del Mercosur.
Su apoyo técnico ha sido muy valioso para nuestros países.
La Cumbre Social del Mercosur se reanudará para trazar nuevas vías para el bloque.
Con el mismo propósito, celebraremos una Cumbre Sindical.
La fuerza de nuestras democracias depende del diálogo y del respeto a la pluralidad.
Desde la última Cumbre, celebrada en Montevideo, hemos perdido a dos grandes referentes del Cono Sur: el expresidente José “Pepe” Mujica y el papa Francisco.
Me enorgullece proceder del mismo cuadrante de la Tierra que estos dos seres humanos excepcionales.
La presidencia brasileña del Mercosur honrará su legado, trabajando por una integración solidaria y sostenible.
Les deseo un semestre productivo y espero verlos a todos en Brasil, en diciembre.
Muchas gracias.