Transcripción del pronunciamiento del presidente Lula durante su participación en el Foro Empresarial Brasil-Chile
Querido compañero Gabriel Boric, presidente de la República de Chile. Estimado compañero Alberto van Klaveren, ministro de Relaciones Exteriores de la República de Chile. Señora Rosario Navarro, presidenta de la SOFOFA [Sociedad de Fomento Fabril].
Ministras y ministros de Estado, Mauro Vieira, de Relaciones Exteriores; Luciana Santos, de Ciencia, Tecnología e Innovación. Estimado amigo Mario Cezar de Aguiar, vicepresidente de la CNI [Confederación Nacional de la Industria], a través de quien saludo a todos los empresarios y empresarias aquí presentes.
Amigos y amigas.
Creo que esta es la segunda visita del presidente Boric a Brasil. Y creo que Boric ha percibido el cambio que ha ocurrido entre su primer viaje y este segundo viaje al país. Cuando participamos en el proceso electoral aquí en Brasil, Boric, he insistido en decir que, para que un país funcione bien, el mandatario debe garantizar que ciertas cosas ocurran para que la sociedad perciba que, efectivamente, ese país está progresando.
Yo decía que, en primer lugar, era necesario garantizar la estabilidad económica del país. Luego, era necesario garantizar la estabilidad fiscal. Después, era fundamental asegurar la estabilidad social. Más adelante, garantizar la estabilidad política. Y, por último, era esencial garantizar la previsibilidad en la acción del Gobierno.
Y es con esto en mente, estamos logrando algunas cosas aquí en Brasil que, hasta hace dos años, parecían imposibles. La última vez que Brasil creció por encima del 3 % fue cuando yo era presidente de la República, en 2010, con un crecimiento del 7,5 %. Desde 2010 hasta ahora, Brasil nunca había crecido por encima del 3 %. Y después de que volvimos al Gobierno, Brasil creció un 3,2 % y un 3,4 % el año pasado.
Cabe preguntarse por qué ha ocurrido esto, ya que era común oír que Lula tenía suerte cuando gobernaba Brasil. Es importante que lo sepas, Boric: presido un país que tiene 513 diputados y mi partido solo cuenta con 70 diputados. Presido un país cuyo Senado tiene 81 senadores y mi partido solo tiene 9. Por lo que puedes imaginar la dificultad que representa ejercer la llamada democracia representativa en este país.
Incluso en este mundo político teóricamente adverso, hasta ahora hemos aprobado más de lo que ningún otro Gobierno en cualquier otro momento de la historia ha aprobado nada en este país. Logramos la hazaña de aprobar el Marco Fiscal en el que determinamos cuánto podemos gastar efectivamente en este país.
Pero logramos una hazaña aún mayor: aprobamos una política de Reforma Tributaria, algo que normalmente solo se consigue en regímenes autoritarios, porque es muy difícil, con 27 gobernadores, casi 6 mil alcaldes, 513 diputados y 81 senadores, establecer un consenso sobre una reforma fiscal nacional.
Y lo logramos construir con los empresarios, lo logramos construir con los trabajadores, lo logramos construir con el Congreso Nacional y, a partir de 2027, Brasil tendrá una política tributaria mucho más justa, más equitativa y mucho menos punitiva para el sector productivo del país. También será menos perjudicial para las personas más humildes que trabajan aquí.
Esto explica un poco lo que está ocurriendo en Brasil y también por qué estoy profundamente preocupado por lo que está sucediendo en el mundo hoy en día. Le decía al presidente Boric que debemos tener mucho cuidado, porque algunas guerras comenzaron justamente por divergencias comerciales. Y ustedes conocen la historia de muchas guerras que han ocurrido en el mundo.
Yo que nací en el mundo de la política en los años 80, cuando se oía decir que el Consenso de Washington era la solución a todos los problemas de la economía mundial, y luego el discurso de que la globalización era la solución a todos los problemas de la humanidad, del comercio, de los empresarios, de los trabajadores, que todo el mundo podía moverse de un país a otro, que el capital podía moverse, que la gente podía moverse, que el comercio podía moverse.
Quiero confesarte que me parece muy extraño que un país que ha simbolizado todo este tiempo, desde la Segunda Guerra Mundial, esa senda de la democracia y del libre comercio, haya dado el giro que ha dado en los últimos días, proponiendo la mayor política de imposición arancelaria que el mundo haya conocido. En defensa de algo que no sabemos lo que puede llegar a ser. Con la expectativa de que el multilateralismo esté siendo tirado a la basura, para dar paso al proteccionismo, que nunca ha ayudado a nadie. Es importante que sepamos que nuestro crecimiento se debe a la posibilidad de flexibilizar nuestras relaciones comerciales con todos los países del mundo.
Quiero decirte, Boric, que ni a Chile, ni a Brasil, ni a ningún otro país del mundo le interesa una guerra fría. Estoy seguro de que Chile no tiene preferencia por ningún país. Chile quiere tener relaciones comerciales con todos los países, siempre y cuando se respeten los intereses de la soberanía chilena.
Al igual que Brasil: nosotros queremos tener relaciones con todos. Solo para que tengas una idea, en dos años de mi Gobierno, hemos abierto 303 nuevos mercados para los productos agrícolas brasileños. Lo repito: en solo dos años, abrimos 303 nuevos mercados para los productos agrícolas brasileños.
Hacía mucho tiempo que nuestra industria no crecía. Y, cuando establecimos un programa para fomentar nuevamente el crecimiento industrial; creamos un nuevo programa, la Nueva Industria Brasil, coordinado por el vicepresidente Geraldo Alckmin [vicepresidente de la República y ministro de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios], que incluía importantes novedades en cuanto a programas de crecimiento y fomento para las empresas; tuvimos, el año pasado, un crecimiento industrial del 3,4 %.
El año pasado fue el crecimiento de la industria lo que impulsó el crecimiento de la economía brasileña, a diferencia de otros años en que el motor fue la agricultura. Y no tengo, Mario [Cezar de Aguiar, vicepresidente de la CNI], no tengo preferencia por ningún sector que haga crecer el PIB: si es el de servicios, el comercio, la agricultura o la industria. Yo quiero que todos hagan crecer a Brasil.
Pues bien, esa situación me llevó a entender algo, Boric: en los últimos dos años ocurrió un fenómeno en este país, un fenómeno de atracción de inversiones de capital hacia Brasil. Hacía muchas décadas que la industria automotriz brasileña no anunciaba un nuevo producto. Cuando dejé la presidencia, en 2010, entre 2010 y 2012, Brasil producía 3,6 millones de automóviles por año. Cuando volví, en 2023, Brasil producía apenas 1,6 millones de automóviles al año.
Es decir, que producimos menos de la mitad de lo que producíamos. Y, en estos dos años, ha habido muchos anuncios de la industria automotriz brasileña, que anunciaron BRL 139 mil millones en inversiones de aquí a 2028. Y ya hemos vuelto a producir 2,6 millones de autos. Queremos llegar a los 3 millones, porque nuestro objetivo, en 2010, era que en 2015 Brasil produjera 6 millones de automóviles.
Ahora bien, ¿por qué esto está pasando en Brasil? Esto sucede porque la gente comienza a percibir que las cosas se están volviendo muy previsibles en la economía brasileña —incluso en nuestra geopolítica internacional, en la construcción de nuestras relaciones internacionales.
Yo le decía al presidente Boric que es indescriptible que no tengamos, en toda Sudamérica, un bloque constituido como la Unión Europea, un bloque como la ASEAN [Asociación de Naciones del Sudeste Asiático], algo más fuerte, más consolidado, con instituciones que ofrezcan seguridad.
La economía de un país no puede tener una gran política de comercio exterior solo por el presidente o el ministro de Hacienda. No, tiene que tenerla por cuenta de una estructura institucional que haga funcionar al país, independientemente de quién sea el presidente de la República.
Porque son esas instituciones las que garantizan el funcionamiento de la democracia. Da igual si hoy está Boric, mañana otra persona, si hoy está Lula, mañana otra persona. Es necesario que el comercio entre Brasil y Chile sea sólido, que tenga parámetros, previsibilidad, reglas establecidas que nadie pueda cambiar de la noche a la mañana.
Eso es lo que puede garantizar la solidez económica de nuestros países, y eso es lo que puede garantizar la solidez económica y el crecimiento de Sudamérica. Yo le decía a Boric que no me conformo con el hecho de que, en América Latina, en América Central, ningún país haya logrado enriquecerse. Justo al lado, en la misma frontera, Canadá se hizo muy rico, y México no logró hacerse rico.
Brasil no logró convertirse en un país rico. Ningún país latinoamericano ha logrado crecer. Me pongo a pensar si no nos merecíamos tener en América Central una Holanda, una Bélgica, una Finlandia, una Noruega, una Dinamarca o una Austria. Países pequeños que podrían haber crecido con el incentivo de los países grandes —pero eso no ocurrió.
¿Qué me llama la atención? Lo que me llama la atención es que necesitamos entender que nuestro crecimiento económico, que nuestro enriquecimiento económico, dependen única y exclusivamente de nuestra disposición a querer crecer y a establecer relaciones eficaces desde el punto de vista político y económico, y que podamos discutir en profundidad nuestras similitudes.
Los empresarios brasileños necesitan viajar a Chile para investigar las posibilidades empresariales del país, las posibilidades de inversión en Chile, la posibilidad de recibir inversión desde Chile, las posibilidades de las llamadas tierras raras de Chile, el avance científico y tecnológico chileno. Necesitamos investigar y profundizar como si estuviéramos buscando petróleo, como si estuviéramos buscando algo en el subsuelo o en el fondo del mar, para poder aprovechar todas nuestras complementariedades y hacer que nuestras economías vuelvan a crecer.
Boric mencionó un dato que es muy importante: el flujo comercial entre Chile y Brasil, aunque está muy vinculado al cobre y al petróleo, alcanzó el año pasado los BRL 11,6 mil millones. Es más que con Francia, más que con Inglaterra, tanto para Chile como para Brasil. Es más que con Italia.
¿Por qué? Porque estamos muy cerca los unos de los otros, tenemos muchas cosas en común, que interesan a nuestros pueblos, nuestras culturas, nuestros empresarios. Lo que necesitamos es buscar qué podemos establecer como puntos de convergencia y contacto entre nosotros. El mundo desarrollado no quiere comprar nuestros productos industriales, porque son más avanzados tecnológicamente que los nuestros.
¿Dónde establecemos alianzas? Entre nosotros. Tenemos la tercera mayor empresa de aviones del mundo, aquí en América del Sur, aquí en Brasil. Podríamos construir alianzas en toda América Latina y; en varios países, podría haber un poco de algo que hiciera que la Embraer fuera una empresa latinoamericana, y que todo el mundo aquí utilizara los aviones de Embraer. Si fuera un avión como el Airbus, que es un avión europeo, podríamos tener en la EMBRAER un avión latinoamericano, un avión sudamericano. Pero ni siquiera las propias empresas brasileñas, como LATAM u otras, compran aviones de la EMBRAER. Prefieren comprar aviones grandes, cuando podríamos tener, si no la primera, al menos la segunda empresa de aviación del mundo, con tecnología avanzada.
Y así, lo mismo ocurre con la cuestión de los satélites, y la cuestión de la inteligencia artificial. No tenemos el derecho a quedarnos copiando lo que hacen las grandes naciones sin hacer el esfuerzo, de involucrar a nuestras universidades, involucrar a nuestros investigadores, nuestros científicos, nuestros trabajadores, nuestros empresarios, para saber qué es lo que podemos hacer entre nosotros, desde nosotros mismos. Este es el desafío al que nos enfrentamos.
Porque durante muchos siglos estuvimos esperando que Estados Unidos de América del Norte fuera nuestro principal socio, que nos quisiera mucho y que nos hiciera ricos. Luego nos quedamos mirando a la Unión Europea, pensando que la Unión Europea nos haría ricos. Ahora, todos miran a China. Y nadie nos va a hacer ricos. Ellos se van a hacer ricos. Lo que necesitamos es querer hacernos ricos nosotros mismos. A partir de nuestra capacidad y de nuestra inversión.
Por eso, Boric, es que tenemos que darnos crédito a nosotros mismos. Un crédito. Te voy a contar una cosa, querido amigo Boric. Yo, desde la presidencia de Fox [Vicente Fox Quesada, expresidente de México], en México, mantuve relación con muchos presidentes mexicanos. Nunca logré entender por qué el empresariado mexicano le tenía tanto miedo al empresariado brasileño. Miedo. Fui a dar muchas conferencias en México y no le tenían miedo al empresariado estadounidense, que es el que está ahí adentro asfixiándolos, no el empresariado brasileño. No logro entenderlo.
Y con todos los presidentes, me cansé de debatir, nos cansamos de hacer cosas con empresarios en México y no funcionaban. Es algo muy lento, para el tamaño de ambos países. Y se lo decía al presidente Boric, ahora, después de la decisión de Trump, sabes, con México y con Canadá, por primera vez sentí una expectativa de que la presidenta Claudia [Claudia Sheinbaum, presidenta de México] iba a considerar otras posibilidades para México, más allá de Estados Unidos.
Y así, Canadá también empieza a mirar otras posibilidades. Todos empiezan a buscar lo siguiente: necesito encontrar un espacio. Quiero una sombra. No puedo depender solamente de un único árbol. Quiero buscar un espacio. Y este es un momento extraordinario. Este no es el momento para tener miedo. Este no es el momento para estar preocupados. Este es el momento de tener coraje y, a partir de nuestra inteligencia, decidir qué queremos ser, qué vamos a ser, cómo vamos a comerciar.
No queremos una guerra fría, no queremos privilegiar a China, no queremos privilegiar a Estados Unidos, queremos privilegiar los intereses soberanos de nuestro pueblo, que quiere vivir bien, que quiere producir bien, que quiere tener acceso a la ciencia, a la tecnología, que quiere tener acceso a las cosas sofisticadas que el ser humano puede producir.
Eso es lo que nos corresponde: tener la competencia para provocar un debate en la sociedad. Y no se puede seguir esperando. No se puede esperar que aparezca alguien del otro lado del mundo y diga: “ahora, Chile, me voy a ocupar de ustedes”. “Boric, no te preocupes, que vamos a poner dinero allá”. No va a pasar. No va a pasar. Brasil es igual. No sirve de nada que Brasil siga pensando: soy grande, tengo ocho millones y medio de kilómetros cuadrados, tengo el mejor fútbol del mundo, que ya no es más el mejor, tengo el mejor carnaval del mundo, que aún lo es, tengo al pueblo más inteligente del mundo, que es igual a otros pueblos, tengo al pueblo más alegre del mundo. Todo eso es verdad. Pero eso no es lo que va a hacer que la gente haga inversiones aquí. No lo va a hacer. Lo que va a hacer que la gente haga inversiones aquí es que tengamos algunos requisitos básicos.
Tenemos que tener mucha inversión en educación, necesitamos mucha inversión en la formación de nuevos científicos en este país, de nuevos investigadores, necesitamos mucha inversión para formar a miles y miles de nuevos ingenieros en este país. Y tenemos que preparar una mano de obra altamente calificada para que podamos ser competitivos. Y, al mismo tiempo, un mercado consumidor.
Aquí en Brasil, Boric, yo tengo una máxima. No sé si en Chile se dice “máxima”, aquí en Brasil sí se dice, pero aquí en Brasil yo tengo una tesis, que es la siguiente: siempre quise ser economista, pero nunca pude, porque no logré ir a la universidad, entonces no soy economista, pero me parece bonito un economista, porque el economista, cuando está en la oposición, lo sabe todo. Lo sabe todo. Agarras al economista de la oposición, no hay tarea difícil, no hay problema sin solución. Porque es muy fácil cuando uno dice: “yo creo, yo pienso, yo opino”. Lo difícil empieza cuando uno tiene que decir: ¿hago o no hago? ¿Decido o no decido?
Ahí es donde las cosas empiezan a ponerse difíciles. Pero aprendí una cosa en economía, Boric, que es la siguiente: mucho dinero en manos de pocos significa pobreza, significa miseria, significa hambre, significa baja calidad en la educación, baja calidad en la formación profesional. Si tengo poco dinero en manos de muchos, significa exactamente lo contrario.
Y siempre cuento el siguiente ejemplo: imagina que yo tuviera 100 mil dólares en el bolsillo, un paquete de 100 mil dólares en el bolsillo. Y eligiera a esa ministra tuya que está ahí al frente, con esa blusa naranja, y decidiera entregarle en su mano esos 100 mil dólares. ¿Qué haría ella, Boric? Ella tomaría ese dinero, correría al banco, abriría una cuenta bancaria que diera muchos intereses, depositaría el dinero y viviría de los intereses. Y el resto seguiría igual que ahora.
Ahora imagina si yo tomo esos 100 mil dólares y, en vez de dárselos solo a ella, le doy mil dólares a cada persona. ¿Qué pasaría? Todos saldrían a comprar algo media hora después. Comprarían algo para comer, algo para vestir, unos zapatos, un cuaderno, cualquier cosa. Se tomarían una cerveza bien fría, porque todo el mundo tiene derecho a tomarse una cerveza. Si fuera en Chile, se tomarían un vino. Bueno, el dinero empezaría a circular.
El dinero circulando en el comercio fomentaría más producción en la industria. La industria, al verse incentivada a producir más, generaría más empleo, generaría más salarios, lo que generaría más consumidores. Ese consumidor generaría más clientes para nuestro comercio. La economía empezaría a moverse. No habría ninguna dificultad.
Lo que se necesita es hacer que el dinero circule en las manos de todos y no concentrarlo en las manos de pocos. Por eso es que aquí en Brasil tenemos la mayor política de inclusión social de la historia de este país. Puedo decir con orgullo lo que decía durante todos mis mandatos: nunca antes en la historia de Brasil hubo una política de inclusión social como la que tenemos ahora.
Para que te hagas una idea: hace siete años que en este país no se reajustaba la merienda escolar, la comida que reciben los niños en la escuela. Son 40 millones de meriendas. Siete años sin reajuste. Siete años sin reajuste del salario mínimo. Siete años sin reajuste de las becas universitarias. Entonces, el dinero no circulaba en este país.
Solo para que te hagas una idea: ayer salió la noticia de que, en estos últimos dos años, los más pobres tuvieron un crecimiento de ingresos del 10,7 %. Y los más ricos decrecieron un poquito, 7,6 %. Es eso lo que hará que más turistas brasileños viajen a Chile. Es eso lo que hace que más turistas chilenos vengan a Brasil. Es eso lo que hace que más gente quiera comprar pasajes de avión. Es eso lo que hace que más gente quiera viajar en autobús. Es eso lo que hace que más gente quiera viajar en cruceros. O sea, cuando el dinero empieza a circular, la gente avanza y las cosas se resuelven.
Oye, Boric, yo tenía un programa llamado Minha Casa, Minha Vida (Mi casa, mi vida). El otro día conté una historia, Mario, que es la siguiente: en 1974, Brasil tuvo una campaña política en la que el partido de la oposición, que había sido casi destruido en los años 70, eligió a mucha gente en 1974. Y la campaña decía: "Brasil nació para todos, pero también nació para mí". Y había una propaganda de construcción de viviendas populares. ¿Sabes cuál era el déficit habitacional en Brasil en 1974? ¿Sabes cuál era el déficit declarado en esa campaña electoral? El déficit era de 7 millones de viviendas. ¿Sabes cuál es el déficit hoy, en 2025? Siete millones de viviendas.
O sea, prácticamente 50 años después, el déficit es el mismo. A pesar de que, en mi Gobierno, construimos 8 millones de viviendas, y en el Gobierno de Dilma [Rousseff, expresidenta de la República y presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo]. Ocho millones de viviendas en 13 años. Y ahora vamos a entregar 2 millones más construidas en nuestro Gobierno.
Porque si no ponemos esto como prioridad, la economía no crece. No hay incentivo para que la economía crezca, entonces ese dinero tiene que circular. Así que el Lula economista tiene una frase: el dinero tiene que circular. El dinero parado no resuelve nada. Un buen uso del dinero en el Gobierno no es decir “tengo 30 mil millones guardados en los cofres”. No. El dinero tiene que transformarse en obras. El dinero tiene que transformarse en ferrocarriles, en puertos, aeropuertos, carreteras. Tiene que transformarse en políticas de inclusión social, en educación, en salud. Eso es lo que hace que las cosas sucedan en el país, en cualquier país del mundo.
Bueno, Boric, mi discurso no lo leí. Hablé de más. Hablé demasiado. Pero, de todos modos, solo quería decirles, mi gente, que yo, con mi experiencia, creo que no tenemos otra salida. Un presidente de la República, como Boric o como yo, no hace negocios. Lo que podemos hacer es abrir las puertas para que los empresarios, que sí saben hacer negocios, los hagan. Pero que los empresarios chilenos y los empresarios brasileños sepan que un buen negocio es aquel en el que ambos países ganan. No es conveniente que Brasil tenga un gran déficit comercial con otro país. Es importante que el comercio sea una vía de doble sentido. Yo compro y yo vendo. Yo gano y mi socio gana, porque si no, la gente no quiere hacer negocios.
Y Brasil, como la mayor economía de América Latina, Brasil tiene la obligación. Escuchen bien que quien lo dice es el presidente de la República de Brasil. Brasil tiene la obligación, no de ser generoso con los demás, pero sí la obligación de entender que, como la economía más grande, tiene que flexibilizar para que las cosas puedan ocurrir.
Oye, Boric, una vez pasamos dos años intentando importar agua de Uruguay. Agua, agua mineral. Siempre aparecía algún burócrata brasileño diciendo: “no se puede, esa agua tiene no sé qué tipo de gas”, “esa agua tiene no sé qué cosa”, y no la importábamos. ¿Qué es importar un poco de agua de Uruguay?
El café de Colombia: Brasil es el mayor productor de café del mundo. Vietnam es el segundo mayor productor del mundo. Colombia es un buen productor, pero no se acerca a Brasil. Bueno, no cuesta nada que Brasil compre un poco de café de Colombia para equilibrar el comercio, para que no tengamos tanto superávit exportando café colombiano. ¿Cuál es el problema? Comprar un plátano de Ecuador, por el amor de Dios, tenemos un superávit de casi mil millones con Ecuador, y ellos quieren vendernos 30 millones en bananas. Y no queremos comprar. Así es difícil hacer negocios. Así es muy difícil.
Es necesario que Brasil sea, ¿sabes?, en mi Gobierno todo el mundo está orientado hacia esto, es necesario que seamos sensatos. No se trata de hacer favores, no se trata de ser generosos, se trata de ser justos. Porque nuestra economía, comparada con otras economías, es mucho mayor y podemos hacerlo. A menudo actuamos de una manera más pequeña y no lo creo.
Quiero que Chile importe carne de Brasil. Quiero eso. Carne buena. No tienes idea… si tomas un vino chileno con carne brasileña, cómo te va a cambiar la vida allá en Chile. No tienes idea. Pero yo también necesito saber y comprar algo de Chile. “Ah, yo quiero que Chile compre mi carne”. Y Chile dice: “yo también quiero venderles mi vino a ustedes”. Y está bien. Y está bien que entendamos que tenemos que comprar vino. O cualquier otra cosa, no puede ser solo cobre y petróleo. Porque un día se puede acabar el petróleo, se puede acabar el cobre. ¿Y qué vamos a hacer, Boric?
Tú vas a seguir siendo muy joven, pero yo ya voy a tener 119 años, porque voy a vivir hasta los 120. Tú sabes que estoy predestinado a vivir hasta los 120 años. Quien no me quiere está condenado. Pero los que me quieren va a vivir felices durante mucho tiempo.
Bueno, quiero decirle a mi compañero Mario que la CNI tiene un papel muy importante que cumplir, Mario. No es el Gobierno quien hace negocios. Yo, en todos mis Gobiernos, cada vez que viajé, siempre insistí en llevar a muchos empresarios. Muchos empresarios. Porque son los empresarios los que saben hacer negocios.
En Brasil tenemos el SEBRAE (Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas), que puede contribuir mucho con las pequeñas y microempresas chilenas. Tenemos en Brasil la APEX (Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones), que es una especie de agencia de exportación muy competente para hacer que las cosas sucedan. Y tenemos interés en transformar América del Sur, Boric, en algo muy fuerte.
Quisiera terminar diciéndoles algo: cuando pienso en democracia, me pongo a imaginar que la construcción de la Unión Europea es un patrimonio democrático de la humanidad. Porque, después de lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial, que esa gente haya tenido la capacidad de construir una forma de organización en la que lograron crear un Estado de bienestar social, crear un Parlamento Europeo, una moneda única y un Parlamento.
Y varias comisiones que funcionan. A veces las comisiones mandan más que los propios dirigentes. Mauro sabe que yo me quejo mucho. Me quejo mucho. “Ah, hay que negociar el comercio de Brasil, de América del Sur, del Mercosur con la Unión Europea, con Ursula von der Leyen (presidenta de la Comisión Europea)”. ¿Pero por qué no con Macron (Emmanuel Macron, presidente de Francia)? ¿Por qué no con Olaf Scholz (canciller de Alemania), que ahora ya no está. ¿Por qué no con…?” “No, porque ellos no deciden. Quien decide es la comisión.”
Y necesitamos hacer eso en América del Sur, mi gente. No podemos ser tomados por sorpresa a cada elección, cambia el presidente y se deshace todo lo que se había hecho en el Gobierno anterior. Y se construye otra cosa, y a cada elección se deshace todo otra vez. No tenemos continuidad en nuestro crecimiento económico conjunto, en nuestra integración. Y esta integración es un sueño de 500 años.
Creo, compañeros y compañeras empresarios, compañeros ministros y ministras, que tenemos una nueva oportunidad. Tenemos una oportunidad de consolidar una integración en América del Sur. No queremos estar aislados, pero si actuamos conjuntamente, tenemos mucha más fuerza. Imaginen el potencial de Brasil y Chile en el tema de los llamados minerales críticos. Imagínense nuestro potencial.
Imagínese si empezáramos a debatir con nuestras universidades, con nuestras bases de datos, el tema de la inteligencia artificial en un lenguaje, ¿saben?, latinoamericano. Para no tener que copiar ni de China ni de Estados Unidos. Pero todo eso está a nuestro alcance. Solo no lo haremos si no tenemos el coraje de hacerlo, si no tomamos la decisión de hacerlo.
Por eso quiero felicitar a la CNI por traer al compañero Boric aquí para este debate. Creo que más presidentes de otros países deberían venir aquí. ¿Venir aquí por qué? Porque aquí está el centro de la industria nacional. No está en São Paulo, no está en Santa Catarina, no está en Pernambuco, no está en Ceará. Está aquí. Aquí es donde se congregan todas las industrias brasileñas y aquí, como los presidentes ya están, en Brasilia, esto podría convertirse en un escenario. Un escenario para que desfilen todos los presidentes que vengan a Brasil a descubrir qué es lo que los empresarios brasileños tienen para ofrecer y qué es lo que los brasileños quieren comprar. Eso es.
Muchas gracias, mi gente.
Fuente: CanalGov en YouTube.
Transcripción original (en portugués): Vinícius Neves.
Revisión del portugués: Thais Conceição.
Traducido al español: Kaique Ortiz.
Revisión del español: Laura Vazquez.
Edición final: Enrique Villamil.