Discurso del presidente Lula en la apertura de la 9.ª reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
América Latina y el Caribe se enfrentan actualmente a uno de los momentos más críticos de su historia.
Hemos recorrido un largo camino para consolidar nuestros ideales de emancipación.
Abolimos la esclavitud y superamos dictaduras militares, pero seguimos conviviendo con la exclusión social, el hambre y la miseria.
Solo recientemente hemos empezado a valorar a nuestros pueblos originarios.
La injerencia de viejas y nuevas potencias ha sido y es una sombra perenne en todo este proceso.
Ahora, nuestra autonomía está en jaque otra vez.
Los intentos de restaurar viejas hegemonías acechan nuestra región.
La libertad y la autodeterminación son las primeras víctimas de un mundo sin reglas acordadas multilateralmente.
A los migrantes se les criminaliza y se les deporta en condiciones degradantes.
Los aranceles arbitrarios desestabilizan la economía internacional y encarecen los precios.
La historia nos enseña que las guerras comerciales no tienen ganadores.
Si continuamos separados, la comunidad latinoamericana y caribeña corre el riesgo de volver a ser una zona de influencia en un nuevo reparto del globo entre superpotencias.
Este momento exige que dejemos de lado nuestras diferencias.
Necesitamos recuperar el espíritu plural y pragmático que nos unió a principios de la década de 2000 y que dio lugar a la creación de la UNASUR y de la propia CELAC.
Otras regiones se están preparando para responder a los cambios que están en curso.
Acabo de regresar de Asia, donde he sido testigo de la fuerza de la ASEAN [Asociación de Naciones del Sudeste Asiático].
La Unión Europea se reorganiza para hacer frente a la crisis de la OTAN [Organización del Tratado del Atlántico Norte] y a las medidas comerciales unilaterales.
La Unión Africana ha formulado una visión común de desarrollo para las próximas cuatro décadas.
Es imperativo que América Latina y el Caribe redefinan su lugar en el nuevo orden global que está emergiendo.
Nuestra inserción internacional no debe basarse únicamente en intereses defensivos.
Necesitamos un programa de acción estructurado en torno a tres temas que requieren una acción colectiva.
El primero es la defensa de la democracia.
Ningún país puede imponer su sistema político a otro.
Sin embargo, fue durante los periodos democráticos cuando Brasil avanzó más en la superación de sus desafíos sociales y económicos.
En los últimos años, hemos sido testigos de cómo se erosionaba la confianza en la política, lo que ha allanado el camino a proyectos autoritarios.
La desinformación, el odio y el extremismo se extienden por las plataformas virtuales, distorsionando y deformando la libertad de expresión.
Los negacionistas desprecian la ciencia y la cultura, e incluso atacan las universidades.
Personas y empresas poderosas que se creen por encima de la ley arremeten contra la soberanía de nuestros países.
Es trágico que los intentos de golpe de Estado vuelvan a formar parte de nuestra vida cotidiana.
Nuestros países solo estarán seguros si logran erradicar el hambre, generar bienestar y garantizar oportunidades para todos.
En consonancia con el Plan de Seguridad Alimentaria y Nutricional de la CELAC, Brasil lanzó la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza durante su presidencia del G20.
Invitamos a todos a sumarse a la iniciativa, que comenzará su andadura con proyectos en Haití y en la República Dominicana.
El segundo tema que requiere una acción conjunta es el cambio climático.
El último informe del IPCC [Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático] describe América Latina y el Caribe como una de las regiones más vulnerables del planeta.
Los riesgos de colapso de la selva amazónica y de deshielo de la Antártida suponen un punto de no retorno que pone en jaque nuestra supervivencia.
La subida del nivel del mar amenaza la existencia de las islas caribeñas y las zonas costeras.
La COP30, que se celebrará en el corazón de la Amazonia, no solo será la COP de Brasil, sino de toda América Latina y el Caribe.
Debemos exigir a los países ricos que fijen las metas de reducción de emisiones en consonancia con el Acuerdo de París y que proporcionen un financiamiento acorde con las necesidades de la transición justa.
El Fondo Bosques Tropicales para Siempre, que lanzaremos en Belém, permitirá remunerar por este esfuerzo a las naciones que preserven su cubierta forestal.
Somos la cuna de una gran biodiversidad y una fuente abundante de energías renovables, incluidas importantes reservas de minerales críticos que deben ponerse al servicio de nuestro desarrollo.
La cooperación energética en América Latina y el Caribe no solo es un imperativo medioambiental, sino también una necesidad estratégica y una oportunidad económica.
El tercer tema de interés común es nuestra integración económica y comercial.
Cuanto más fuertes y unidas estén nuestras economías, más protegidos estaremos frente a acciones unilaterales.
En 2023, el comercio entre los países de América Latina y el Caribe apenas representaba el 14 % de las exportaciones de la región.
El volumen anual del comercio de Brasil con los países de la CELAC es de 86 mil millones de dólares, más de lo que se comercia con Estados Unidos y cerca de lo que se comercia con la Unión Europea.
Necesitamos promover el comercio regional de bienes y servicios, así como su diversificación y una mayor facilitación.
Para expandir nuestro comercio, mi Gobierno está decidido a reactivar el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos de la ALADI y a ampliar el Sistema de Pagos en Moneda Local. La integración de las redes de transporte, energía y telecomunicaciones reduce distancias, disminuye los costos y favorece las sinergias entre las cadenas productivas.
Brasil ha estado promoviendo cinco Rutas de Integración Sudamericana que unirán el Caribe, el Atlántico y el Pacífico.
Es fundamental fortalecer las instituciones financieras regionales como la CAF [Banco de Desarrollo de América Latina], el Banco de Desarrollo del Caribe y el FONPLATA [Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata] para garantizar que estos proyectos salgan adelante.
Será un placer recibir a los líderes caribeños en Brasilia en junio para profundizar en este debate durante la segunda Cumbre Brasil-Caribe.
También trabajaremos en la presidencia brasileña del Mercosur para que se firme el acuerdo con la Unión Europea y estrechar los lazos con los países centroamericanos.
Nuestra integración es una tarea ineludible que no debe quedar a merced de las diferencias ideológicas.
Por eso ha llegado el momento de abordar el debate sobre la regla del consenso.
Aunque se reconozca su mérito para forjar la convergencia, es innegable que, en la actualidad, ha generado más parálisis que unidad, convirtiéndose en un auténtico derecho de veto.
Las numerosas notas a pie de página incluidas en las recientes declaraciones demuestran que la expectativa de uniformidad es poco realista.
Hay ejemplos en otras regiones que podemos tomar como inspiración.
Para analizar esta cuestión, sugiero crear un grupo de trabajo que pueda presentar recomendaciones para la próxima Cumbre.
Señoras y señores,
El mundo ostenta el triste récord de tener mayor número de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial.
No queremos guerras ni genocidios. Necesitamos paz, desarrollo y libre comercio.
Mantener América Latina y el Caribe como una zona de paz significa trabajar para que el uso de la fuerza no prevalezca sobre la resolución pacífica de los conflictos.
El multilateralismo se debilita cada vez que guardamos silencio ante las amenazas a la soberanía de los países de la región.
No podemos guardar silencio ante el embargo a Cuba, las sanciones a Venezuela o el caos social en Haití.
Es imprescindible recuperar nuestra tradición regional de respeto al asilo diplomático.
La CELAC puede contribuir a restaurar la credibilidad de la ONU eligiendo a la primera mujer secretaria general de la organización.
Compañeras y compañeros,
Quiero agradecer a nuestra compañera Xiomara Castro que haya liderado la CELAC en un año particularmente difícil para el mundo y para la región.
Le deseo mucho éxito al compañero Gustavo Petro en la presidencia de la CELAC para el próximo período.
También celebro la decisión de mi amigo Yamandú Orsi de asumir la presidencia de la CELAC en 2026.
Solo puedo decirles: cuenten con Brasil para seguir construyendo nuestra Patria Grande.
Muchas gracias.