Discurso del presidente Lula en la entrega del Premio Camões a Adélia Prado

Es una alegría participar en la entrega del Premio Camões a la querida Adélia Prado, representada aquí por su hijo Eugênio Prado.

Y no uso la palabra "alegría" al azar.  

Adélia nos ha enseñado que “la vida es más tiempo alegre que triste”, una lección actual y necesaria.

En tiempos de crisis económicas, catástrofes climáticas, guerras y pandemias, no sucumbir al desaliento es un acto de resistencia.

La desesperanza, el miedo y el resentimiento son un terreno fértil para el odio como proyecto político.

Adélia nos inspira a hacer política como ella hace su poesía.

Las personas están en el corazón de su escritura y también deberían ocupar un lugar central en cualquier acción de gobierno.

Sus poemas celebran la presencia y el cuidado con el que una madre le prepara el café a su marido que trabaja por la noche, o con el que un marido ayuda a su mujer a limpiar un pescado.

Con esta presencia y este cuidado también se gobierna.

La presencia se manifiesta a través de políticas y servicios públicos de calidad.

El cuidado de los más vulnerables y del medio ambiente.  

La materia prima de los poemas de Adélia Prado es la experiencia cotidiana, que se vive en las cocinas, en los balcones y en los jardines.

Su poesía es un homenaje a la realidad, que hoy pierde poco a poco su carácter concreto en plataformas digitales y redes virtuales.

En un contexto de negacionismo, mentiras y desinformación, la verdad que emana de la obra de Adélia es una importante llamada a enfrentar la realidad.

También es un reencuentro de Brasil consigo mismo, en especial con la parte de su alma forjada en las aceras y caseríos de Minas Gerais.

Debemos mucho a Minas, tierra no solo de Adélia, sino también de muchos otros que contribuyeron enormemente a la literatura en lengua portuguesa.

Dicen que, para llegar a lo universal, hay que partir de la propia aldea.

Adélia ya ha afirmado que todas las pasiones humanas están en Divinópolis, su ciudad natal.

Recordar la humanidad que nos une es el arma principal contra la xenofobia y la discriminación racial.

Respetar la dignidad de las personas que migran en busca de una vida mejor es reconocer que hay más similitudes que diferencias entre nosotros.   

Los versos de Adélia revelan la divinidad que habita en todas las cosas.  

Su Dios no es el que recrimina y excluye, sino el que acoge e incluye. El Jesucristo de Adélia es el que dice “amaos”.

En un mundo en el que la voz femenina sigue a menudo apagada o silenciada, Adélia ha abierto nuevos caminos en un ámbito tradicionalmente masculino y ha allanado el camino para otras mujeres 'multifacéticas' como ella.

Espero que la literatura en lengua portuguesa siga enriqueciéndose con perspectivas cada vez más diversas y plurales.

La obra de Adélia Prado es una ventana abierta al corazón de todos los brasileños y de todos los amantes de la lengua portuguesa.

Una lengua con palabras tan bellas y únicas, tan especiales y sencillas como saudade, coragem y resistência.

Palabras que describen el poder de Adélia y la fuerza de Brasil.

Felicidades, Adélia, y gracias por habernos enseñado, dentro y fuera del aula, en los versos y en la vida, a pensar, a sentir y a soñar.

Muchas gracias.

(*) Cotejar con la versión oral.