ONU: la inseguridad alimentaria alcanza niveles globales alarmantes y exige financiamiento
Los datos del informe de la FAO, agencia de las Naciones Unidas, sobre inseguridad alimentaria y nutrición, publicados hoy, 24 de julio, revelan que, en comparación con 2023, la persistencia del hambre y de la malnutrición impulsa la urgencia de ampliar los mecanismos globales de financiamiento. Una de las banderas de la presidencia brasileña del G20, la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, actuará al respecto.

En 2023, una de cada 11 personas en el mundo y una de cada cinco en África se encontraban en situación de hambre. Según la información recogida en el informe anual de la Organización de las Naciones Unidas, en dicho año, entre 713 y 757 millones de personas estuvieron en situación de inseguridad alimentaria. Los datos revelan que la prevalencia global de la malnutrición se mantuvo prácticamente sin cambios durante tres años consecutivos, después de un fuerte aumento durante la pandemia de la COVID-19.
El informe, publicado el miércoles, 24 de julio, durante un evento en el que los países del G20 ratificaron la creación de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, titulado Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en el Mundo (The State of Food Security and Nutrition in the World, en inglés) revela que el mundo está lejos de alcanzar el ODS 2 (Objetivo de Desarrollo Sostenible) para el 2030. El objetivo pretende reducir a cero los índices globales de hambre e inseguridad alimentaria y está amenazado por la falta de mejoras en la seguridad alimentaria y el avance desigual en el acceso económico a la alimentación saludable.
El estudio estima que, en 2023, el 28,9% de la población mundial, aproximadamente 2,33 mil millones de personas, estaban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave. La elaboración del estudio estuvo a cargo de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura); UNICEF (Fondo); el FIDA (Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola); el PMA (Programa Mundial de Alimentos) y la OMS (Organización Mundial de la Salud).
El informe, publicado el miércoles, 24 de julio, durante un evento en el que los países del G20 ratificaron la creación de la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, titulado Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en el Mundo (The State of Food Security and Nutrition in the World, en inglés) revela que el mundo está lejos de alcanzar el ODS 2 (Objetivo de Desarrollo Sostenible) para el 2030. El objetivo pretende reducir a cero los índices globales de hambre e inseguridad alimentaria y está amenazado por la falta de mejoras en la seguridad alimentaria y el avance desigual en el acceso económico a la alimentación saludable.
El estudio estima que, en 2023, el 28,9% de la población mundial, aproximadamente 2,33 mil millones de personas, estaban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave. La elaboración del estudio estuvo a cargo de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura); UNICEF (Fondo); el FIDA (Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola); el PMA (Programa Mundial de Alimentos) y la OMS (Organización Mundial de la Salud).
Los desafíos son más profundos para los países del Sur Global. Los datos revelan que, en 2023, los países de América Latina y del Caribe presentaron un avance significativo en la mejora de las condiciones de alimentación y seguridad alimentaria de las poblaciones. Por otro lado, el hambre sigue creciendo en África y permanece sin cambios en Asia.
El informe también registra que, con respecto al cumplimiento del ODS 2, hubo un avance en la erradicación de todas las formas de desnutrición como, por ejemplo, en la reducción de los índices de enanismo y enfermedad consuntiva (wasting, en inglés) entre niños menores de cinco años (pérdida excesiva de peso y masa muscular derivada de la situación de inseguridad alimentaria), y en la mejora de la lactancia exclusiva entre bebés menores de seis meses en el mundo. Sin embargo, el objetivo de garantizar el acceso regular a alimentos adecuados para todos se estancó.
Los recursos exclusivos son insuficientes
El informe también mapeó que menos de un cuarto de los flujos de financiamiento público para respaldar medidas para el desarrollo se destinaron a la seguridad alimentaria y la nutrición.
Entre 2017 y 2021, esos montos sumaron USD 76 mil millones al año, de los cuales solo un 34% ayudaron a hacer frente a los principales motivos de inseguridad alimentaria y de desnutrición. Esos recursos fueron, predominantemente, hacia África y países de ingresos medios y bajos. “Los gobiernos de los países de bajos ingresos parecen tener escasa capacidad de gasto para abordar los principales factores de inseguridad alimentaria y desnutrición”, señala el informe de la ONU.
Por otra parte, el financiamiento privado, incluidas acciones de filantropía e inversiones internacionales en sistemas agroalimentarios, alcanzó los 95 mil millones de dólares al año entre 2017 y 2022. Los financiamientos mixtos (públicos y privados) representan cifras modestas, mientras que los préstamos bancarios para la agricultura, la silvicultura y la pesca muestran una disminución en los años analizados.
El financiamiento contra el hambre es urgente
Como advertencia, el informe indica que para alcanzar las metas del ODS 2 de poner fin al hambre, a la seguridad alimentaria y a la desnutrición, se debe aumentar y mejorar el financiamiento de medidas y políticas públicas para tal fin. “En la actualidad, no existe una imagen clara del financiamiento para la seguridad alimentaria y nutricional – ni lo que hay disponible ni lo que todavía se necesita – para alcanzar estas metas. Se necesita con urgencia una definición común y un mapeo del financiamiento para la seguridad alimentaria y nutricional, dado que los esfuerzos actuales carecen de la atención y la claridad adecuadas”, subraya el documento.
Por último, el informe define que el financiamiento para la seguridad alimentaria y la nutrición como los recursos financieros públicos y privados, nacionales y extranjeros, debe asignarse de inmediato a la erradicación del hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas desnutrición. “Para garantizar la disponibilidad, el acceso, la utilización y la estabilidad de alimentos nutritivos y seguros y prácticas que favorezcan una alimentación saludable, así como la salud, la educación y la asistencia social, y que incluyan los recursos financieros para reforzar la resiliencia del sector agroalimentario”, concluye el estudio.