“No hay salvación fuera de la economía verde”, afirma el ministro Alexandre Silveira de Minas y Energía
En una entrevista exclusiva con el sitio web del G20 Brasil, el Ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, habla de las perspectivas de Brasil para la producción y el uso de energías renovables. El país es líder en América Latina en inversiones para la transición energética.

De acuerdo con un informe de BloombergNEF, Brasil invirtió cerca de 34,800 millones de dólares en energías renovables en el año 2023. El país es el líder en América Latina en inversiones en la transición energética y está en la 6ª. posición mundial. El país que más invirtió fue China, seguido por Estados Unidos, Alemania, Reino Unido y Francia.
Para hablar sobre este tema y las perspectivas para el futuro, en el contexto de la presidencia brasileña del G20 este año, el ministro de Minas y Energía, Alexandre Silveira, recibió al equipo del sitio web G20 Brasil. El Ministerio de Minas y Energía coordina el Grupo de Trabajo Transiciones Energéticas que tiene como objetivo debatir el escenario de transición global para la utilización de fuentes de energías limpias y sostenibles y los caminos para una transición energética justa, accesible e inclusiva. El tema del desarrollo sostenible es una prioridad para Brasil y la próxima reunión del GT Transiciones Energéticas está marcada para los días 15 y 16 de abril.
El ministro Alexandre Silveira es oriundo de Belo Horizonte, tiene 52 años, licenciado en Derecho y delegado general jubilado del estado de Minas Gerais. Exdiputado federal por dos mandatos (2006 y 2010), tomó posesión como Senador de la República en 2022. Al año siguiente, asumió el mando del Ministerio de Minas y Energía.
Brasil es uno de los países que más ha avanzado en la transición hacia energías limpias y renovables. ¿Podemos decir que el país es un ejemplo mundial en este sector?
Brasil ya es el gran líder de la transición energética global por sus potencialidades naturales - tenemos 11% del agua dulce del planeta, lo que nos puso en condiciones, con nuestras hidroeléctricas, de producir energía limpia y renovable de forma extremamente vigorosa.
Segundo, el sol del Norte y Nordeste del país es una gran fuente de energía, además de la fuerza de los vientos, que produce energía eólica.
Otra gran potencialidad de Brasil, que hemos reforzado con políticas públicas vigorosas, es la descarbonización del sector de transporte por medio de los biocombustibles. Brasil invirtió mucho en la tecnología del etanol y está invirtiendo en la descarbonización de la matriz de transporte aéreo a través del SAF (combustible sostenible de aviación). Incluso enviamos al Congreso Nacional la Ley Combustible del Futuro, que puede posibilitar descarbonizar también en esta matriz.
Sin embargo, además de esas potencialidades, es importante resaltar que Brasil es el líder de la transición energética por tener 88% de energía eléctrica limpia y renovable. El año pasado fortalecimos nuestro ya robusto sistema de líneas de transmisión de Brasil, un país con dimensión territorial transcontinental, con 26 de los 27 estados de la Federación interconectados a través del sistema integrado nacional. Tenemos 186,000 kilómetros de línea de transmisión en Brasil. En el 2023, contratamos, a través de licitaciones, cerca de USD 12,000 millones en líneas de transmisión. Con esto triplicaremos las inversiones en energías eólica, solar y biomasa, fortaleceremos nuestro sistema y robusteceremos la seguridad energética del País.
¿Qué experiencias el país puede presentar para la implementación en otras naciones del G20?
Tenemos la expectativa de exportar la sostenibilidad a través de productos como, por ejemplo, el hidrógeno verde. El hidrógeno verde produce amoníaco y, consecuentemente, urea, producto del cual Brasil aún es muy dependiente de la importación. Tendremos la oportunidad de tornarnos auto sostenibles y producir fertilizantes nitrogenados (que pueden estar compuestos por amoníaco y urea, entre otras sustancias químicas) para utilizar en los cultivos y producir alimentos en larga escala y así garantizar la seguridad alimentaria en Brasil.
Podremos contribuir también con los países en desarrollo, en especial, los países del Sur Global, llevando casos de éxito de Brasil a países que, desgraciadamente, tienen a la mayor parte de su población viviendo aún en lo oscuro. Y peor, algunos de ellos, por falta de energía, perdiendo vidas. Son personas que aún cocinan en un fogón de leña y con eso sufren accidentes gravísimos. Y hemos hecho grandes colaboraciones en el sentido de llevar nuestros cases de éxito a los países en desarrollo, en especial “Luz para Todos”, que tiene un papel interno ya conocido, pero cuyo papel mundial gana cuerpo de forma vigorosa ahora.
¿Cómo la experiencia del G20 puede acreditar aún más a Brasil para ser sede de COP30 y ampliar el liderazgo del país en el tema de transiciones energéticas y combate a los cambios climáticos?
Nadie más en el mundo discute la importancia de alcanzar metas de menor tasa de emisión de dióxido de carbono para que cumplamos con nuestros compromisos de París en el 2030.
Llamaremos la atención del mundo para una discusión seria de cómo hacer justicia con los países que invirtieron en las matrices energéticas que son adecuadas desde el punto de vista de sostenibilidad, desde el punto de vista de preservación ambiental, pero que les costaron a sus pueblos, y los países industrializados que no hicieron lo mismo.
Buscaremos mecanismos internacionales de valorar y monetizar esas matrices a través de la generación de oportunidades. Daré un ejemplo: cuando alguien abastece un vehículo en Brasil lo recargará con 88% de energía limpia y renovable. Cuando él recarga ese mismo vehículo en Alemania utiliza alrededor de 50% de energía sucia, a base de carbón o petróleo. Quien emite más dióxido de carbono tiene que pagar más.
Y quien quiere realmente preservar el planeta, y creo que culturalmente las nuevas generaciones ya están muy conscientes en este sentido, tiene que producir en países con matrices limpias. O sea, ¿industrializar nuestro mineral aquí en Brasil puede costar un poco más? Sí. Pero está produciendo con sostenibilidad porque está produciendo con energía limpia y renovable. Quien produzca ese mismo producto en Alemania o en países árabes lo producirá con energía del petróleo o del gas, que no es tan limpia como en Brasil
¿Cómo queda la cuestión social de la transición energética?
Las personas solo valorizan la energía eléctrica cuando la luz acaba o la leche comienza a cortarse en el refrigerador porque faltó energía. Pero la producción de energía es un gran factor de desarrollo económico y, con la transición energética, es un gran factor de inclusión y justicia social del planeta. La transición energética, para nosotros, debe ser una fuente de generación de empleo y renta para combatir las desigualdades, en especial, de los países del Sur Global. Se debe aprovechar que ellos tienen mayores potencialidades que los países desarrollados que ya deforestaron, ya se industrializaron, que ya aprovecharon al máximo sus potencialidades naturales.
El G20 es el foro donde podemos mostrar nuestras potencialidades al mundo, como por ejemplo el mineral de hierro a través del acero verde y la agricultura de bajo carbono. Y también está la cuestión del liderazgo internacional del presidente Lula, que volvió a dialogar con la prensa, con la sociedad civil y con los movimientos sociales y a recolocar a Brasil como un líder en el debate internacional. Queremos que la transición energética sea, como dijo el Papa Francisco, una gran oportunidad, además de la sostenibilidad, de generación de empleo y renta y de hacer justicia con los países que invirtieron en matrices energéticas limpias y renovables, como es el caso de Brasil. ¿Cómo vamos a valorar la transición? Cuando el debate internacional se torne tan robusto que haya realmente adhesión de todos los países. Quien produzca la mayor emisión de carbono tiene que pagar más o tiene que compensar económicamente a quien produce con menor tasa.
¿Hay inversión para el cambio de mentalidad?
La economía verde vino para quedarse. Por más que los países desarrollados resistan, por una cuestión de supervivencia, ellos serán repudiados por los jóvenes. Las matrices energéticas de los países que no invirtieron en sostenibilidad, que no apostaron en la economía verde, serán repudiadas por las nuevas generaciones. El mismo repudio que nuestra generación tiene del cigarro, las nuevas generaciones lo tendrán de los productos producidos a expensas de los efectos de la emisión de CO2 en la atmósfera.
La presidencia del G20 y de la COP será para nosotros, además de una vitrina importante para mostrar nuestras potencialidades, foros para imponer con ternura, democráticamente, respetando la soberanía de los países, una visión cultural adecuada. No hay salvación fuera de la economía verde. Es decir, sin sostenibilidad, no habrá mercado seguro de largo plazo.