Las reservas reguladoras son herramientas importantes para la prevención de desastres económicos, afirma la economista alemana
Según la economista Isabella Weber, las reservas reguladoras deben formar parte de una caja de instrumentos para la prevención de desastres económicos, especialmente en el contexto de crisis alimentarias e inflacionarias. “Necesitamos un nuevo paradigma de estabilización posneoliberal”, defiende la profesora.

La economía global se encuentra en un momento de grandes desafíos e incertidumbres. Se trata de una era de emergencias superpuestas. El cambio climático, los conflictos geopolíticos y las interrupciones en la cadena de suministro son algunas de las fuerzas que han generado impactos económicos considerables. Por lo tanto, la política de reserva reguladora (buffer stock, en inglés) podría ser un paso importante hacia el posneoliberalismo, especialmente en el contexto de crisis alimentarias e inflacionarias.
Esta es la sugerencia de la profesora asociada de Economía en la Universidad de Massachusetts Amherst/EE. UU., la alemana Isabella Weber, autora del libro “¿Cómo escapó China a la terapia de choque?” (Como a China escapou da terapia de choque), lanzado en Brasil por la editorial Boitempo. “Estos impactos han afectado a sectores sistémicos y significativos, importantes para el sistema de producción, de distribución de la economía en su conjunto o para la vida humana, y el resultado son explosiones de precios y ganancias”, afirma Weber, quien participó en el evento paralelo al G20, Estados del Futuro, en Río de Janeiro, en julio.
La inflación generada por el aumento de los precios de los alimentos afecta desproporcionadamente a los países de bajos ingresos y a las poblaciones más pobres, ya que una mayor parte de sus ingresos se destina a alimentos, lo que agrava aún más la desigualdad.
La subida de los precios en sectores esenciales como los alimentos, estuvo acompañada por ganancias récord para empresas como la ABCD (Archer Daniels Midland, Bunge, Cargill y Louis Dreyfus). En 2022, por ejemplo, la empresa Cargill divulgó un aumento del 23% en los ingresos, alcanzando los USD 165 mil millones. Este fenómeno, al que Weber llama de "inflación de vendedores", ocurre cuando las empresas aprovechan los impactos de los costos para elevar los precios y proteger sus márgenes de ganancia. Otro ejemplo similar es el de PepsiCo, que elevó los precios a pesar de la caída en el volumen de ventas, justificando estos aumentos con base en la inflación.
La inflación generada por el aumento de los precios de los alimentos afecta desproporcionadamente a los países de bajos ingresos y a las poblaciones más pobres, ya que una mayor parte de sus ingresos se destina a alimentos, lo que agrava aún más la desigualdad.
El papel de las reservas reguladoras
Según la profesora, “lo que necesitamos es un nuevo paradigma de estabilización posneoliberal, al que llamo ‘caja de herramientas para la prevención de desastres económicos’. Para que intervengamos antes y podamos evitar todos estos efectos rígidos económicos, sociales y políticos".
Uno de estos instrumentos es el uso de reservas reguladoras para estabilizar los precios de productos básicos esenciales como el arroz, el maíz, el trigo y la soja. La idea, que se remonta a la práctica de almacenar granos en tiempos de abundancia para venderlos en períodos de escasez, podría aplicarse actualmente para suavizar las fluctuaciones de los precios. Los gobiernos podrían evitar la especulación privada y reducir la volatilidad de los precios al comprar cuando estos estén bajos y vender cuando estén altos.
La administración de este sistema podría estar a cargo de organizaciones vinculadas a la ONU y financiado por los países que adquiriesen los productos por medio de transacciones especiales y otras fuentes. Además, la economista sugiere la implementación de leyes de control de precios e impuestos sobre ganancias extraordinarias para contener la inflación generada por grandes empresas.
“Las reservas reguladoras también podrían proporcionar un mercado seguro y posiblemente precios seguros para el tipo de agricultura que es necesario desarrollar para mejorar la seguridad alimentaria y la resiliencia climática de los sistemas alimentarios”, comenta Weber.
Sin embargo, la economista subraya que esta política no es una solución completa, sino un paso vital para hacer frente a las emergencias económicas actuales. Sumada a otras medidas, como la transparencia en el control privado, la regulación de los mercados de materias primas y el fortalecimiento de la soberanía alimentaria, esta política podría contribuir a promover una transición verde en el Planeta.
El Panel “Rumbo a un Paradigma de Estabilización Posneoliberal” contó con la participación de Nelson Barbosa, director de planificación y relaciones institucionales del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), y fue moderado por Carlos Pinkusfeld, máster en Economía Industrial por el Instituto de Economía de la Universidad Federal de Río de Janeiro y director-presidente del Centro Celso Furtado.
La organización del Estados del Futuro está a cargo de los ministerios de Gestión e Innovación en Servicios Públicos (MGI), de Relaciones Exteriores (MRE), de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios (MDIC), el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). También lo organizan Maranta y la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura en Brasil (OEI). Apoyan el Estados del Futuro la Open Society Foundations y la República.org.