“La democracia no es un pacto de silencio”, advirtió Lula en evento promovido por los gobiernos de Brasil y España en la ONU
El presidente de la República de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, promoverán el evento “En defensa de la democracia. Luchando contra el extremismo”, con la participación de diversos liderazgos y representaciones internacionales. Entre otros puntos, se destacaron preocupaciones sobre los usos de la inteligencia artificial y con las noticias falsas, por ejemplo. Lea más.

Tras un discurso histórico en la mañana de ayer, con motivo de la apertura de la 79ª Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva volvió a hacer una intervención contundente por los principios de la democracia y del bienestar político y social mundial, con respecto a la vida y las diversidades sociales, étnicas, culturales y religiosas. La intervención tuvo lugar en el contexto del evento “En defensa de la democracia. Luchando contra el extremismo”, este martes (24), encabezado por los gobiernos de Brasil y España. Lula compartió la coordinación del espacio con el presidente español Pedro Sánchez. El escenario de los debates fue la sede de las Naciones Unidas (ONU).
“Retroceder no va a calmar el ánimo violento de quienes atacan la democracia para silenciar y retirar derechos. No hay contradicción entre la cohesión social y el respeto a la diversidad. El pluralismo nos fortalece. La democracia en su plenitud es la base para promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas, libres del miedo y de la violencia. Es fundamental para un mundo de paz y prosperidad.” Destacó Lula, quien también es presidente de turno del G20, en su intervención.
Participaron líderes y representantes de Barbados, Cabo Verde, Canadá, Chile, Colombia, Estados Unidos, Francia, México, Noruega, Kenia, Senegal, Timor Leste, además del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el secretario general adjunto de las Naciones Unidas, Guy Rider. Durante la discusión, los participantes reiteraron su compromiso con la defensa de la democracia y expresaron una profunda preocupación por el crecimiento de grupos que promueven ataques contra el Estado de derecho, los derechos humanos y las libertades fundamentales. Reconocieron que la polarización, el extremismo y la difusión de la desinformación son fenómenos transnacionales que corroen el tejido social y alimentan la violencia y la inestabilidad.
Algunos participantes destacaron que el aumento de las desigualdades dentro y entre los países está en la raíz del descontento que impulsa esta tendencia. El fracaso en proporcionar mejoras concretas en la vida de los trabajadores y la erosión de las clases medias en muchos países han contribuido a un sentimiento de frustración con los gobiernos y la política.
Otros expresaron su preocupación de que la difusión de la desinformación y las noticias falsas alimentan la desconfianza en las instituciones y los procesos democráticos, además de dificultar la participación informada en la vida pública, lo que dificulta a los gobiernos atender las demandas de los ciudadanos a través de políticas eficaces.
La manipulación de opiniones mediante discursos de odio y el uso de ejércitos virtuales para sembrar el miedo, desacreditar a los adversarios y promover ataques contra los sistemas electorales son elementos comunes de este fenómeno preocupante que silencia a las minorías, restringe su participación y libertades, y reduce el espacio democrático y la confianza en la propia democracia.
Estos son algunos de los puntos más relevantes de la reunión:
La democracia puede adoptar muchas formas, pero comparte características comunes, como elecciones libres y justas; un proceso político transparente; la separación de poderes y el derecho a la protección igualitaria bajo la ley; una prensa independiente y un ecosistema de información confiable y plural; la oportunidad de organizarse y participar plenamente en la vida política, económica y cultural de la sociedad; y la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Estos valores contribuyen a sociedades prósperas, inclusivas y pluralistas.
La democracia no puede imponerse. Se basa en la voluntad libremente expresada del pueblo para determinar sus propios sistemas políticos, económicos, sociales y culturales.
Combatir el hambre y las desigualdades, promover un trabajo decente y mejorar las políticas de bienestar social son esenciales para fortalecer la democracia.
Garantizar la igualdad de género y la plena participación y liderazgo de las mujeres en todos los aspectos de la formulación y la toma de decisiones políticas públicas es fundamental para construir democracias inclusivas y resilientes.
El racismo, la xenofobia, la intolerancia religiosa y todas las formas de discriminación son incompatibles con la democracia y constituyen amenazas para el pluralismo político y la diversidad.
El uso de tecnologías digitales por grupos extremistas para promover discursos de odio, difundir la desinformación e incitar a actos de violencia —amplificado por los avances en la Inteligencia Artificial— debe ser combatido de manera conjunta por los gobiernos, con el compromiso de las empresas tecnológicas y la sociedad civil. Promover la integridad de la información será esencial para garantizar el buen funcionamiento de las democracias.
Un entorno democrático es la herramienta más eficaz para afrontar los desafíos colectivos y, en particular, para allanar el camino hacia una transición justa y hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.