El G20 y la Inteligencia Artificial: integridad de la información y adaptación en tiempos de crisis climática
¿Cómo pueden las tecnologías emergentes, inclusive la inteligencia artificial (IA), desempeñar un papel importante en la mitigación y adaptación a los desafíos climáticos? Entre sus numerosas potencialidades, la IA se puede utilizar para monitorear los bosques y predecir desastres naturales, y así facilitar la gestión de riesgos y la planificación de respuestas a las crisis ambientales. En un artículo exclusivo para el sitio web del G20 Brasil, el investigador Atahualpa Blanchet señala las posibilidades de integrar la alta tecnología con las necesidades de adaptación al cambio climático, con el fin de evitar escenarios aún más catastróficos que los actuales.

En los últimos años, la crisis climática y ambiental se ha intensificado considerablemente con consecuencias directas para millones de personas en las partes más diversas del mundo. La temperatura promedio del planeta ya ha aumentado en aproximadamente 1,2 °C en comparación con el período preindustrial, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés).
El aumento de la temperatura global aceleró el proceso de derretimiento de los glaciares y aumentó los niveles de los océanos en aproximadamente 20 centímetros en los últimos 100 años. Se estima que para el año 2100 el nivel del mar aumentará hasta 1 metro, lo que amenazará a las regiones costeras y requerirá medidas urgentes de infraestructura resiliente, lo que potencialmente forzará la migración de millones de personas.
La crisis climática, además de desafiar la capacidad de impacto de las políticas económicas y ambientales en el marco de la sostenibilidad, también pone a prueba la capacidad de adaptación de los países del G20. El concepto de adaptación implica ajustar los sistemas sociales, económicos y tecnológicos para hacer frente a los crecientes impactos del cambio climático, como el calor y el frío excesivos, las sequías severas y las lluvias torrenciales, que se han producido con mayor frecuencia e intensidad.
En este escenario, el G20 bajo la presidencia de Brasil, sitúa el debate sobre cómo las tecnologías emergentes, inclusive la Inteligencia Artificial, están en el centro de la agenda internacional y desempeñan un papel importante en la mitigación y adaptación a los desafíos climáticos. Entre sus numerosas potencialidades, la IA puede utilizarse para monitorear los bosques y predecir desastres naturales, lo que facilita la gestión de riesgos y la planificación de respuestas a las crisis ambientales.
El uso estratégico de la tecnología también puede contribuir al proceso de transición energética al optimizar el uso de fuentes renovables como la solar y la eólica, y al ayudar a reducir las emisiones de carbono.
IA y Preservación Ambiental: adaptación e innovación
La Inteligencia Artificial ofrece la posibilidad de aumentar las acciones de monitoreo forestal, prevenir la tala ilegal, optimizar el uso del agua y predecir los desastres naturales con mayor precisión. Estos son ejemplos de cómo las tecnologías emergentes pueden adaptarse para mitigar los impactos de la crisis climática en diferentes regiones del planeta.
La IA se puede utilizar, por ejemplo, para detectar actividades de deforestación a través de herramientas como Global Forest Watch, que utiliza datos satelitales para monitorear bosques en tiempo real e identificar rápidamente áreas deforestadas o áreas con acciones de deforestación en curso.
Los sistemas algorítmicos también pueden desempeñar un papel importante en la identificación de especies de plantas con potencial medicinal, mediante la promoción de la apreciación del conocimiento y saberes tradicionales de los pueblos de los bosques. Herramientas colaborativas como Pl@ntNet permiten a los usuarios identificar plantas a partir de fotos, lo que contribuye a la catalogación de especies con usos medicinales. En Brasil, el Proyecto Iandé integra el conocimiento tradicional de los pueblos indígenas con datos de IA, con el objetivo de conservar especies y el uso sostenible de los recursos naturales.
La Inteligencia Artificial ofrece la posibilidad de aumentar las acciones de monitoreo forestal, prevenir la tala ilegal, optimizar el uso del agua y predecir los desastres naturales con mayor precisión. Estos son ejemplos de cómo las tecnologías emergentes pueden adaptarse para mitigar los impactos de la crisis climática en diferentes regiones del planeta.
En Canadá, el programa de Inventario y Análisis Forestal (FIA, por sus siglas en inglés) utiliza IA para monitorear y evaluar los bosques, lo que contribuye a la gestión sostenible y la conservación de la biodiversidad.
En Australia, el Programa Nacional de Ciencias Ambientales (NESP, por sus siglas en inglés) aplica herramientas predictivas y de monitoreo para identificar acciones de deforestación y degradación del hábitat. En India, el sistema Green Watch utiliza algoritmos para rastrear las actividades forestales y garantizar la implementación de políticas de conservación.
El Sistema de Alerta de Deforestación (SAD, por sus siglas en portugués), desarrollado en Brasil por el Instituto del Hombre y Medio Ambiente de la Amazonía (Imazon, por su acrónimo en portugués), aplica algoritmos de IA para generar alertas de deforestación en la Amazonía, lo que permite acciones de fiscalización más efectivas. Además, iniciativas como PrevisIA, en alianza con Microsoft, utilizan modelos predictivos para anticipar áreas en riesgo de deforestación y facilitar las medidas preventivas.
La Declaración de Maceió y la Integridad de la Información
La Declaración Ministerial de Maceió sobre Inclusión Digital para Todos, aprobada en el marco del GT de Economía Digital del G20, refleja la creciente importancia de las tecnologías emergentes en el contexto internacional como instrumento para el desarrollo sostenible basado en la inclusión social.
Más que un conjunto de directrices técnicas, el documento explora el papel transformador de la tecnología en las sociedades, con un enfoque en temas como la inclusión digital, la integridad de la información y el uso ético de la Inteligencia Artificial (IA).
La Declaración de Maceió destaca el potencial de las tecnologías emergentes como herramientas que pueden mitigar los impactos del cambio climático, así como instrumentalizar la transición energética. En este contexto, la adaptación consiste en dar forma y dirigir la innovación tecnológica para satisfacer las necesidades y particularidades locales, especialmente en áreas de preservación ambiental y en aquellas que requieren un esfuerzo concentrado para combatir la pobreza.
La transición hacia energías renovables, como la solar y la eólica, requiere inversiones masivas en infraestructura, además de capacitación profesional y acciones de inclusión social. Para el conjunto de los países del G20, la adaptación al cambio climático y la transición energética y digital también implica abordar variables estructurales de carácter comunicacional como la desinformación y el negacionismo climático.
Abordar la crisis climática también se trata de combatir la desinformación. La integridad de la información es esencial para garantizar que las decisiones políticas y las acciones climáticas se basen en datos y criterios científicos sólidos. Es necesario acercar la política a la ciencia y valorar el papel de la academia en la formulación de medidas eficaces para mitigar los efectos del cambio climático.
En Canadá, el programa de Inventario y Análisis Forestal (FIA, por sus siglas en inglés) utiliza IA para monitorear y evaluar los bosques, lo que contribuye a la gestión sostenible y la conservación de la biodiversidad.
En Australia, el Programa Nacional de Ciencias Ambientales (NESP, por sus siglas en inglés) aplica herramientas predictivas y de monitoreo para identificar acciones de deforestación y degradación del hábitat. En India, el sistema Green Watch utiliza algoritmos para rastrear las actividades forestales y garantizar la implementación de políticas de conservación.
El papel del G20 y la adaptación en el contexto del cambio climático
En las últimas décadas, la comunidad internacional viene trabajando en la creación de marcos de consenso sobre el impacto de las tecnologías emergentes. La Recomendación de la UNESCO sobre la ética de la IA, adoptada en 2021, y los esfuerzos de la ONU para un Pacto Digital Mundial son iniciativas que buscan equilibrar el potencial transformador de las tecnologías con la necesidad de proteger los derechos humanos y promover la justicia social.
En la misma línea, las Declaraciones sobre Integridad de la Información y Principios de Derechos Humanos en el ámbito de la Inteligencia Artificial, aprobadas por el Mercosur en 2023, demuestran el compromiso de la región con el tema y de Brasil, cuya presidencia del G20 ya señaló su posición sobre el uso responsable de las tecnologías emergentes al servicio de un proyecto de desarrollo ecológicamente sostenible, económicamente viable y socialmente justo.
Al continuar con la construcción de un corpus juris internacional sobre los derechos en la era digital, la Declaración de Maceió destaca el tema de la integridad de la información como un aspecto central para las decisiones políticas basadas en la evidencia, lo que contribuye a soluciones efectivas en temas como la preservación ambiental, la transición energética y la descarbonización de las economías.
En un mundo cada vez más marcado por las crisis climáticas y las transformaciones tecnológicas, el G20 destaca la importancia de aplicar el concepto de adaptación como pilar central para la construcción de medidas transversales para la intersección entre la innovación tecnológica y la preservación del medio ambiente.
Al promover la cooperación internacional y la transferencia de tecnología, el G20 se posiciona estratégicamente para proporcionar y distribuir los recursos técnicos, económicos y tecnológicos necesarios para navegar en tiempos de crisis climática con resiliencia, innovación y justicia social.
Atahualpa Blanchet es investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la USP y del Grupo de Investigación de Transformación Digital y Sociedad de la PUC SP. Especialista en Nuevas Tecnologías del Instituto de Políticas Públicas de Derechos Humanos del Mercosur (IPPDH) y consultora en Inteligencia Artificial de la Oficina de la UNESCO para América Latina y el Caribe