TRANSICIONES ENERGÉTICAS

Brasil en el G20 y el liderazgo en la transición energética

Animar a otros países a transformar la matriz energética mundial, para que sea cada vez más limpia, es un desafío importante para Brasil en un momento en el que el país preside el G20 y estará al frente de la COP 30, que se llevará a cabo en 2025. Brasil lidera por el ejemplo: su matriz energética actualmente es una de las más limpias del mundo. Según datos del Energy Institute (2023), casi la mitad de la energía consumida en el país (49%) proviene de fuentes renovables. En lo que respecta a la generación de electricidad, la matriz eléctrica de Brasil está dominada por la hidroelectricidad, la energía solar, la eólica, los biocombustibles, la biomasa y la geotérmica. En un artículo exclusivo para la página web del G20 Brasil, André Leão, investigador del INEEP (Instituto de Estudios Estratégicos de Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles) y doctor en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (IESP-UERJ), evalúa las oportunidades que el liderazgo brasileño puede ofrecer en importantes foros globales para que los financiamientos destinados a las transiciones energéticas lleguen a los países del Sur Global.

30/05/2024 7:00 - Modificado hace 2 años
Complejo Renovable Neoenergia - Parque Eólico Chafariz. Santa Luzia - PB. Foto: Ricardo Stuckert/PR

La condición de Brasil como actual presidente del G20 lleva al país al desafío de liderar discusiones sobre una serie de temas cruciales para el futuro de la sociedad global: comercio e inversiones, transformaciones digitales, finanzas e infraestructura, seguridad alimentaria y nutricional, y, principalmente, cambio climático y transición energética.

Estos dos últimos temas han tenido una relevancia particular para la política exterior del Gobierno del presidente Lula, que no ha medido esfuerzos para ser la sede de la COP 30, que se celebrará en 2025 en la ciudad de Belém. Alentar a los demás países a transformar la matriz energética mundial, de modo que se vuelva cada vez más limpia, es un desafío importante para Brasil. Sin embargo, desempeñar este papel permitirá al país contribuir significativamente a la descarbonización de las economías nacionales y al combate contra el cambio climático en curso.

La capacidad brasileña para liderar los esfuerzos de transición energética se basa en programas e incentivos gubernamentales, proyectos de ley, participación en acuerdos internacionales que implican la producción de energía limpia y datos sobre la matriz energética del país. El Nuevo Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC, por sus siglas en portugués), un programa de inversiones coordinado por el Gobierno brasileño con el apoyo de los estados, municipios, movimientos sociales y el sector privado, ha estipulado una inversión de BRL 417,5 mil millones (aproximadamente USD 82 mil millones) en acciones de transición energética de 2023 a 2026, período durante el cual también se prevén gastos de BRL 20,9 mil millones (aproximadamente USD 4,1 mil millones) en el desarrollo de combustibles de bajo carbono.

El Gobierno brasileño también ha presentado al Congreso Nacional del país una serie de medidas para el sector energético. El "E30", por ejemplo, modifica el porcentaje máximo de etanol en la gasolina, aumentando del 27% al 30% e incluye la regulación de la actividad de captura y almacenamiento de carbono. También se destaca el Plan de Innovación Energética (Plano Inova Energia), una iniciativa del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES, por sus siglas en portugués) para fomentar el desarrollo tecnológico de las cadenas productivas de energías renovables como la solar y la eólica.

A nivel internacional, Brasil, junto con la India y Estados Unidos, ha establecido la Alianza Global para Biocombustibles, con el objetivo de expandir el consumo de esta fuente energética a través de la consolidación de un mercado global. Durante la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023, la COP 28, el país se adhirió a la Alianza Global de Eólicas Offshore, lanzada por Dinamarca, por la Agencia Internacional de las Energías Renovables (IRENA, por sus siglas en inglés) y el Consejo Global de Energía Eólica, cuyo objetivo es intercambiar buenas prácticas y políticas y aumentar la capacidad instalada en el sector.

La matriz energética brasileña es una de las más limpias del mundo. Según datos del Energy Institute (2023), aunque el consumo de petróleo aún supera el 30% del total, el país consume un 49% de energías renovables, frente al 51% de no renovables. En lo que respecta a la generación de electricidad, los números evidencian el liderazgo brasileño en el uso de fuentes renovables. Actualmente, la matriz eléctrica está dominada por la hidroelectricidad, la energía solar, la eólica, los biocombustibles, la biomasa, la geotérmica y otras, que alcanzan aproximadamente el 87% del total, como se puede observar en el gráfico 1, a continuación:

El énfasis en los biocombustibles se justifica por la gran experiencia brasileña en el sector. Según información del Energy Institute (2023), actualmente, el país es el segundo mayor productor de biocombustibles del mundo, con una participación de más del 21% del total, solo detrás de Estados Unidos, que alcanza alrededor del 38%. Según el Plan Decenal de Expansión de Energía 2032, un documento informativo del gobierno brasileño, las expectativas a largo plazo para el sector son positivas. Las proyecciones indican un crecimiento del 4,1% en la oferta de biocombustibles y del 6,6% en la demanda en un período de diez años (2022-2032), lo que podría impulsar el mercado internacional, beneficiando a Brasil.

Planta de energía solar en Pirapora - MG . Foto: Carl de Souza/AFP
Planta de energía solar en Pirapora - MG . Foto: Carl de Souza/AFP

Con respecto a la presidencia del G20, Brasil ha firmado un Plan de Trabajo para la Aceleración Energética con la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés). Dentro del grupo de las mayores economías mundiales, el país, a través del Ministerio de Minas y Energía (MME), tiene la misión de coordinar el Grupo de Trabajo sobre Transiciones Energéticas, que se estructura en torno a tres temas principales:

i) aceleración de los esfuerzos de financiamiento de la transición energética;

ii) énfasis en la dimensión social para promover una transición justa e inclusiva;

iii) desarrollo de mercados de combustibles sostenibles.

Estos temas representan desafíos importantes para la diplomacia brasileña, particularmente la necesidad de destinar un mayor volumen de recursos para financiar la transición en países del eje Sur Global, cuyas matrices energéticas aún están ampliamente dominadas por fuentes fósiles. Aunque las inversiones en energías limpias aumentaron un 17% en 2023, alcanzando los USD 1,8 billones, según datos del Informe de la Bloomberg NEF “Energy Transition Investment Trends 2024”, esta cantidad necesita aumentar anualmente a USD 4,8 billones de 2024 a 2030, con el objetivo de adoptar una trayectoria que garantice emisiones netas cero de CO2 en 2050.

En otras palabras, una de las misiones centrales de Brasil será pensar en soluciones para desconcentrar las inversiones, ya que una transición energética justa e inclusiva debe tener en cuenta la heterogeneidad de los sistemas energéticos en las diferentes regiones del mundo. La transformación de las matrices energéticas de los países en desarrollo y de menor desarrollo relativo depende del apoyo de los países desarrollados y requiere una diversificación de las fuentes de financiamiento.

La experiencia brasileña en el sector de biocombustibles puede contribuir al aumento del uso de etanol a nivel global y conducir a su transformación en hidrógeno sostenible, que también podría ser generado a partir de energía eólica y solar, creando así otra fuente de energía limpia. En resumen, Brasil, a través de su Gobierno, tiene la capacidad de liderar la transición energética utilizando su gran potencial en nuevas rutas tecnológicas y su experiencia diplomática para fomentar la cooperación multilateral, promoviendo mercados de combustibles sostenibles y garantizando la seguridad energética.

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